miércoles, 27 de febrero de 2013

Día 61 - Los fiscales acusan, pero no tanto.

La fiscal María Luz Jalbert comenzó el alegato de la fiscalía haciendo una aclaración inicial que, de entrada, oscureció el panorama: "Esta fiscalía alegará primero respecto de la causa nº 3772, y luego sobre la causa 3992", anunció, mostrando que, para el ministerio público, es decir, los funcionarios que representan al conjunto de las víctimas y la sociedad en la tarea de sostener las acusaciones, nunca se unificaron la "causa patota" y la "causa policía". El detalle no es menor. Insistir, a esta altura de las cosas, en que las conductas de los hombres de la UF y su grupo de choque y las conductas policiales son dos cosas distintas que deben analizarse como expedientes separados es toda una declaración de principios sobre la forma en que se conceptualiza el hecho que ocurrió el Barracas el 20 de octubre de 2010, con el resultado de la muerte de Mariano Ferreyra y las graves lesiones a otros compañeros.

Esa afirmación, que pretendió ser sólo el inofensivo anuncio de la estructura del largo alegato, puso de entrada sobre la mesa lo que la fiscalía viene defendiendo desde el principio de su intervención en la etapa oral, en la misma línea que su antecesora, la fiscalía de instrucción, que dividió la causa inicial para separar la investigación contra los policías. El argumento es simple: hubo un plan criminal, pero su único actor fue la burocracia sindical. Así, desde la "vindicta pública" se trata de poner a resguardo a los otros dos integrantes de la alianza antobrera, la empresa y el estado. Si bien todo permite avizorar que sostendrán la acusación contra varios policías, será por fuera del marco del plan criminal común, como aporte posterior e individual de un grupo de "loquitos sueltos" o de "ineptos" que no hicieron lo que debían hacer.

Una vez establecido que "son dos causas" y no una sola que se intentó partir para defender a los imputados de uniforme, la fiscal Jalbert acometió una larguísima exposición sobre la forma en que se produjeron los hechos. De nuevo, al tratar el móvil del crimen, quedaron expuestas las diferencias fundamentales con lo que sostuvimos los querellantes. "El objetivo era impedir el corte de la vía", aseguró Jalbert, asumiendo el discurso de las defensas. Silenció, así, la motivación central, que era dar una lección definitiva a los trabajadores que se organizaban sin responder a la conducción burocrática del pedracismo, y ponían en riesgo los negocios comunes de los tres aliados.

A pesar de esa toma de posición, la fuerza de las pruebas exigió que la fiscalía tuviera que avanzar con dureza en las imputaciones a Pedraza, Fernández y parte de la patota. Así, después de repasar cada testimonio, cada pericia, cada escucha y cada cruce telefónico, Jalbert concluyó que, "entre el 19 y el 20 de octubre de 2010, José Pedraza ordenó y consecuentemente determinó a Juan Carlos Fernández para que el día 20 se convocara a trabajadores del Roca para que se hicieran presentes y echaran por la fuerza y con el uso de armas de fuego a los tercerizados. Esa orden se cumplió con el resultado de la muerte de Mariano Ferreyra y las heridas de los demás querellantes. Fernández ordenó y determinó a Pablo Díaz para que cumpliera la orden de Pedraza, quedando a su cargo los detalles del plan. Díaz, para llevar a cabo la orden, convocó a los trabajadores de los Talleres de Escalada a través de los delegados de la UF, y a Favale, Sánchez y por lo menos un tercer hombre para que concurrieran armados y los determinó para disparar hacia los manifestantes. Una vez en el lugar, Díaz ordenó el avance del grupo para que, con su cobertura, los imputados Favale, Sánchez y al menos otro dispararan, resultando la muerte y las lesiones. Favale y Sánchez (y al menos otra persona más no identificada), en cumplimiento de lo acordado con Díaz, concluyeron el plan causando la muerte de mariano y las lesiones. González y Pipitó realizaron un aporte esencial al plan, que consistió en amenazar y amedrentar a los periodistas de C5N Carchak, Polito y Farías para que no registraran las imágenes del ataque. Gustavo Alcorcel colaboró con Díaz, dando un aporte esencial para el cumplimiento del plan e instó, arengando, a que los ferroviarios se agruparan y avanzaran".

Pasadas las 18:00, el Dr. Gamallo, fiscal coadyuvante designado por la Procuración General, tomó la posta, para explicar, brillantemente, por qué se trata de un homicidio calificado, y no de un homicidio en riña, un homicidio simple o un exceso en la legítima defensa. Con ágiles recursos oratorios que aliviaron bastante al público de las anteriores seis horas de monótono tono, Gamallo ejemplificó la relación entre la Unión Ferroviaria y la Cooperativa Unión del Mercosur como las dos caras de un imaginario títere de mano llamado "Perversus", y recordó la escena del bautismo del hijo de Michael Corleone en la película El Padrino, comparándola con Pedraza de anfitrión en el congreso de latin Rieles al tiempo que se ejecutaba el crimen.

Sin embargo, respecto de González y Pipitó, el fiscal desarrolló una tesis que lo llevó a concluir que no fueron partícipes del homicidio calificado y los homicidios calificados en grado de tentativa, sino de un homicidio simple. Ello permite anticipar que la pena que solicitarán para ambos será sensiblemente menor que la del resto de los acusados.

Ya cerca de las 21:00, la Dra. Jalbert retomó la palabra para explicar que la fiscalía no encontró manera de acusar a los integrantes de la patota Uño y Pérez, los encargados de sacar las armas del lugar, por lo que pidió su absolución, lo que motivó el inmediato reclamo de excarcelación por sus defensores. El tribunal deliberó brevemente, para resolver otorgar la soltura, explicando que el pedido de pena de las querellas -en particular la nuestra, de 25 años de prisión- no era suficiente para mantenerlos detenidos, dado que es sólo la fiscalía la que puede requerir que se mantenga una medida de coerción sobre un imputado. Obtuvo así la patota su primer triunfo en el juicio, gracias a la negativa de contemplar el crimen como un todo, y reducir el análisis a las conductas individuales.

Quedaron pendientes, para la próxima audiencia, los pedidos de pena para quienes fueron sindicados como instigadores (Pedraza y Fernández), coautores (Díaz, Sánchez y Favale) y partícipes en distinto grado (aparentemente, Alcorcel como partícipe secundario del homicidio calificado y González y Pipitó como partícipes necesarios de un homicidio simple), que serán anunciados después de que la fiscal Jalbert y el fiscal adjunto Hugo Boggetti desarrollen su postura respecto de la "otra causa", como denominan a la participación policial en el plan criminal.

martes, 26 de febrero de 2013

Día 60, el alegato de APEL y CORREPI por Elsa y Nelson.

El viernes 22 de febrero fue el turno de nuestra querella. Debido a que el tribunal impuso la limitación de sólo dos voces habilitadas a exponer por cada parte, fueron las compañeras Claudia Ferrero (APEL) y María del Carmen Verdú (CORREPI) quienes intervinieron, pero es mandatorio decir que sus exposiciones fueron el fruto de un trabajo colectivo, al que ambas organizaciones destacaron un importante equipo de compañeros.

Dividido en tres partes, el alegato comenzó con un completísimo cuadro de la historia y situación actual del negocio de los ferrocarriles, reseñando la forma en que se realizaron las concesiones; el entramado de intereses económicos; los vínculos políticos; el surgimiento del movimiento de lucha contra la tercerización y, finalmente, la necesidad de los beneficiarios del sistema de explotación de frenarlo.

Apoyada en datos precisos sobre el largo proceso de asociación de empresas, gobierno y burocracia sindical, y analizando una por una las declaraciones testimoniales que se fueron escuchando a los largo de estos seis meses y medio de debate, así como los cruces y escuchas telefónicas, la compañera Ferrero demostró acabadamente que éste fue "Un crimen ejecutado para defender un sistema de concesión parasitaria y corrupta del transporte, así como la explotación del trabajo precario de miles de trabajadores tercerizados. Un crimen para defender el monopolio de una burocracia sindical patronal integrada al estado. Un crimen para detener el movimiento por la independencia de la clase obrera, que hoy mismo progresa en todos los sindicatos. Pocas veces antes ha quedado definida con tanta claridad la naturaleza social y política de un crimen contra luchadores populares. Que para su perpetuación, ese crimen se haya llevado adelante con la activa participación de las fuerzas de seguridad, transforma el crimen político en un crimen de estado".

La segunda parte fue dedicada por la compañera Verdú para desarrollar la idea del "plan criminal común" ejecutado por esa triple alianza antiobrera. Primero analizó la función de las "patotas", y mostró cómo a lo largo de la historia los gobiernos han usado estos grupos de choque paraestatales para reprimir por fuera de su aparato oficial, y cómo, en los últimos 10 años, esa práctica de la "tercerización de la represión" fue ocupando un rol cada vez más preponderante, a partir de la necesidad discursiva del gobierno de sostener su slogan de que "no reprime la protesta social", mientras lo acucia la necesidad de hacerlo. "La ecuación es simple para el aparato estatal: si los que atacan, pegan y amenazan no llevan uniforme, siempre se puede recurrir a las tesis del desborde individual, el infiltrado o del grupo de inadaptados. Hasta pueden darse el lujo, si la cosa trasciende y causa repudio masivo, de exigir 'esclarecimiento, juicio y castigo'”, explicó.

Luego, reconstruyó los hechos del 20 de octubre de 2010 a partir de los testimonios, videos y cruces telefónicos, y el rol de cada uno de los integrantes de la patota y sus jefes en la planificación y ejecución: "Pedraza y Fernández, los hombres tras el escritorio. En el terreno, Pablo Díaz dirigió; Alcorcel garantizó la presencia de Favale y secundó a Díaz para dirigir la corrida; Favale y Sánchez ejecutaron los disparos, junto a quienes no han sido identificados todavía; González y Pipitó removieron el obstáculo de la prensa; Uño y Pérez garantizaron la efectividad del ataque y la retirada, con la salida de las armas".

Tras un breve cuarto intermedio, aprovechado para que las compañeras pudieran dirigirse a la gran cantidad de militantes movilizados frente a los tribunales (ver http://www.youtube.com/watch?v=fcCRqaZK6JU), continuó María del Carmen con el rol de los "imputados privilegiados", como llamó a los policías, que, a diferencia de Pedraza y sus hombres, nunca fueron detenidos (excepto Lompizano el fin de semana pasado). En ese tramo, dijo: "Hemos apreciado en la sala, en sus declaraciones, la capacidad y solvencia de los jefes policiales. ¿Y nos quieren hacer creer que fueron unos tontos o unos distraídos que no se dieron cuenta de lo que pasaba, y quedaron totalmente sorprendidos, estuporosos como dijo Lompizano por un hecho imprevisto? La única explicación razonable, que no ofende la lógica ni la inteligencia, es que hicieron lo que los mandaron a hacer: permanecer junto a los hombres de la Unión Ferroviaria, controlar a distancia a los trabajadores tercerizados, y garantizar que el plan criminal, con su objetivo aleccionador, se llevara a cabo íntegramente".

Después de analizar el rol de cada policía, y de repetir, como lo venimos diciendo, "son todos los que están, pero no están todos los que son", la compañera repasó los nombres de los compañeros asesinados, como Mariano, en la represión a movilizaciones y manifestaciones, y cerró su parte:

"El nombre de Mariano Ferreyra se ha sumado a la lista de los casi 70 compañeros asesinados por luchar que la democracia inauguró el 12 de abril de 1995, en Ushuaia, con el obrero metalúrgico Víctor Choque, y que sumaría, hasta 2002, a los trabajadores Teresa Rodríguez en Neuquén, Mauro Ojeda y Francisco Escobar en el Puente de Corrientes, Aníbal Verón, Barrios y Santillán en Salta, a los 39 asesinados del 19 y 20 de diciembre de 2001, y a Maxi y Darío, en el Puente Pueyrredón.

Una lista que creció, en los últimos 10 años, con 21 asesinados más en la represión a manifestaciones y movilizaciones en todo el país, a veces con el uso de estos grupos de choque para disimular que es una política de estado, y desembozadamente en otros casos, y hasta repitiendo protagonistas, como en la represión conjunta de la federal y la metropolitana en el Parque Indoamericano, con tres muertos, y el comisario mayor Lompizano dirigiendo el operativo desde la DGO.

Por eso es imprescindible, además de condenar a los que aquí están imputados, que se ordene, como lo pediremos enseguida, la debida prosecución de la causa, en la instancia que corresponde, contra los que permanecen en la impunidad, y a lo sumo pisaron esta sala en calidad de testigos. Muchos son funcionarios del gobierno nacional, y no precisamente segundones.

Por eso, cuando la Sra. Presidenta dijo, con notable hipocresía, que la bala que mató a Mariano, rozó el corazón de su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, la organización antirrepresiva que integro, CORREPI, le respondió que la bala que mató a Mariano, salió del corazón mismo del estado.

En nombre de CORREPI, quiero agradecer a los compañeros del Partido Obrero su generosidad y disposición a la unidad de acción al permitirnos integrar esta querella que se propuso ser la voz de los trabajadores en este juicio. Por nuestra parte, pusimos en la tarea, como en cualquier aspecto de la cotidiana militancia antirrepresiva, toda la fuerza de nuestras convicciones, motivados y guiados sólo por nuestros principios.

Señores jueces, es sobre un crimen de estado que deberán dictar sentencia. Un crimen de estado ejecutado con ese hábil recurso de tercerizar la represión, tan efectivo para ocultar su naturaleza. La sentencia que este tribunal dicte, deberá ser ejemplar, y, permítaseme el término, aleccionadora. Aleccionadora para todos aquellos que creen que encarcelando o matando obreros pueden frenar las luchas de los explotados, y aleccionadora para los que no entienden cuál es el motor de la historia".


Después de varios minutos de atronadores aplausos, retomó entonces la palabra la compañera Claudia Ferrero, que calificó legalmente el delito, y requirió al tribunal la extracción de testimonios para investigar la conducta de funcionarios públicos como Aníbal Fernández, Juan Pablo Schiavi y Antonio Luna; de policías como los comisarios Catalán y Brousson, de los directivos de UGOFE (grupos Cirigliano, Roggio y Romero), de varios integrantes de la UF como Karina Benemérito, Aldo Amuchástegui y Alberto Carnovale. Explicó a compañera que, aunque la pena que corresponde a los 17 acusados es la prisión perpetua por el asesinato de Mariano, nuestro rol como patrocinantes de los heridos nos impedía pedir formalmente esa condena, por lo que, constreñidos por la norma legal, sumamos 25 años de prisión para todos ellos.

Cerró finalmente la compañera Ferrero el alegato de nuestra querella, con un fuerte y emotivo párrafo mirando de frente al tribunal, y volvieron los aplausos de los compañeros que escuchaban en la sala y en la calle.

Día 59, el alegato del CELS por la familia Ferreyra.

El 19 de febrero, y con el comisario mayor Lompizano detenido después de su viajecito al sur, se reanudó la agenda del juicio, y empezaron los alegatos de las acusaciones con la querella que representa a la mamá de Mariano Ferreyra. Los abogados del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) Alberto Bovino y Maximiliano Medina, a lo largo de unas diez horas, desgranaron cada elemento de prueba para, finalmente, solicitar la pena de prisión perpetua para 14 de los imputados, cuatro años de prisión a cumplir para dos de los integrantes de la patota, y un año en suspenso para uno de los policías. También pidieron que se investigue a otros cinco integrantes de la Unión Ferroviaria cuya participación en el plan criminal que resultó evidente durante el juicio, y denunciaron a otros hombres de Pedraza y algunos policías por falso testimonio.

El Dr. Bovino se hizo cargo de describir el marco general de la explotación del servicio ferroviario y el negocio de las empresas tercerizadas en cuyo contexto se produjo el crimen, y fue el encargado, también de dar algunas precisiones jurídicas sobre la calificación penal y la antijuridicidad de las conductas que analizaron. El Dr. Medina, apoyado en gráficos, fotos y videos, expuso con gran solvencia los hechos, dejando clara la mecánica del ataque, así como la participación policial en el crimen. Al término de la larga exposición, difícilmente quedó alguna duda de que Favale y Sánchez fueron los tiradores; de la responsabilidad, como instigadores, de Pedraza y Fernández, o del rol de resto de la patota, sin perjuicio de la leve pena solicitada para Uño y Pérez, a partir de que los consideraron sólo partícipes secundarios.

La brillante exposición de Medina también expuso el alcance de la participación policial, pero ello fue relativizado por su colega, que aclaró, en una intervención de apariencia netamente técnica, la caracterización política del organismo que representan respecto del estado y el gobierno: "no hace falta que haya acuerdo previo para ser partícipe", dijo el Dr. Bovino en relación a la policía, poniendo al aparato estatal del que los uniformados forman parte a salvo de toda responsabilidad en la gestación y ejecución del plan criminal. Así, todo lo actuado por la policía habría resultado de que "hicieron todo mal", o que "ese día les falló el 'olfato policial'", fórmulas que remiten inevitablemente a las clásicas tesis de errores, abusos, excesos, autonomía de la fuerza, ineficiencia o corrupción individual o grupal y otras que sistemáticamente intentan diluir la responsabilidad estatal.

En la misma línea, y pese a que, hasta con precisa ironía, se refirieron a la relación fluida y amistosa de varios funcionarios del gobierno nacional con los burócratas sindicales, ello no se tradujo en el reclamo de investigación a su respecto. Tampoco solicitaron medidas contra la patronal, UGOFE.

Así, aunque sostuvieron la idea de que existió un plan criminal cuyo objeto era aleccionar a los trabajadores tercerizados de la línea Roca que ponían en riesgo la hegemonía pedracista en el gremio y amenazaban sus negocios, y acusaron a seis de los siete policías como partícipes necesarios del crimen, es decir, dijeron que hicieron un aporte sin el cual no se podría haber consumado el delito, deslindaron al aparato estatal en su conjunto y a la empresa de toda responsabilidad.

El final del alegato, que tuvo pasajes espectaculares en el manejo de las pruebas fílmicas y de audio, fue recibido con un gran aplauso del público, sin dudas merecido por la calidad técnica y la solvencia de los profesionales, cuyo trabajo, dentro de los límites que les impone el posicionamiento político de su organización, fue impecable.

Al término de la audiencia, el tribunal informó que decidieron excarcelar al comisario mayor Lompizano, imponiéndole que cada lunes se presente en su secretaría para dar el presente, y que se mantendrían las medidas dispuestas para que el ministerio de Seguridad garantice la presencia en la sala de todos los policías hasta el día de la sentencia.

viernes, 15 de febrero de 2013

Día 58 - ¿Y dónde está el comisario mayor? (15/2)

Hoy debía comenzar la etapa final del juicio, con el alegato de la querella que representa a la mamá de Mariano Ferreyra. Pero la ausencia del comisario mayor Hugo Ernesto Lompizano obligó a que se suspendiera la audiencia. Su defensora oficial informó al tribunal que el máximo jefe policial procesado por el crimen de Mariano Ferreyra había viajado el martes pasado a San Martín de los Andes por "razones de urgencia debido a un imponderable familiar" y que no había conseguido pasaje de vuelta. No aportó ninguna de las muchas sencillas pruebas posibles (como una constancia de una comisaría o una copia del pasaje de ida) para demostrar que, efectivamente, Lompizano está en la Patagonia, y no en alguna isla del Caribe sin tratado de extradición con Argentina.

La inasistencia del comisario mayor ponía en riesgo la legalidad del alegato que debía producirse hoy, pero, sobre todo, expone con claridad los privilegios que sistemáticamente benefician a los procesados de uniforme. Cualquier ciudadano civil que afrontase la acusación que pesa sobre los siete policías procesados por el crimen de Barracas, estaría detenido, como lo están la patota de la UF y sus jefes. Los comisarios Lompizano, Mansilla y Ferreyra; el subcomisario Garay, los oficiales Conti y Echavarría, y el subcomisario Villalba,  como todos los miembros de las fuerzas de seguridad sometidos a procesos por gravísimos crímenes, tienen siempre abierta la puerta para su profugación, ya que rara vez se ordena su prisión preventiva. Es más, aun después de su condena, se suele mantener la situación de libertad, como ocurre con el oficial Gnopko, condenado a prisión perpetua por la muerte en la tortura de Diego Gallardo, o con el oficial Ayunta, asesino de Christopher Torres, condenado a 12 años de prisión. Ambos siguen libres. La puerta por la que se profugan cuando deciden que ha llegado el momento, la abre el mismo estado que los armó y los soltó a la calle, para que oficien como sus verdugos, y forma parte del pago por sus servicios.

Nuestra querella, además de apoyar el pedido de suspensión de la audiencia de los abogados de la mamá de Mariano, para evitar cualquier jugarreta que intentara impugnar su acusación por la ausencia de uno de los imputados, reclamó que se ordenara su inmediata captura, y que el tribunal instrumente la forma de garantizar que el "ejemplo" del comisario mayor no cunda entre sus subalternos co-procesados. La fiscalía también pidió su captura. Tras una breve deliberación, los jueces, por unanimidad, resolvieron aceptar todos los planteos. La audiencia se suspendió y Lompizano, responsable también, entre otros muchos hechos represivos, del operativo conjunto de la federal y la metropolitana en el Parque Indoamericano, que dejó tres muertos, será traído detenido a la próxima audiencia, el viernes 19 de febrero, ya que el tribunal consideró que su "irresponsable conducta" obstruyó el desarrollo del proceso. También informó el presidente del tribunal que remitirían un oficio al ministerio de Seguridad para que esa cartera se ocupe de garantizar la presencia de todos los policías en las jornadas que restan hasta la sentencia.

Mientras esto sucedía en la sala, la avenida Comodoro Py era escenario de una masiva movilización popular, que se repetirá en las jornadas del martes 19, cuando finalmente alegue la querella de la familia Ferreyra, y del viernes 22, cuando sea el turno de la nuestra, que representa a los compañeros Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y los demás heridos.

Precisamente, hoy, y como contracara de la conducta del comisario viajero, la dignidad, resistencia y voluntad de lucha del pueblo trabajador se hicieron presentes, a través de la compañera Elsa Rodríguez. Acompañada por su hija Estefanía, que empujaba la silla de ruedas, Elsa fue ovacionada de pie por el público cuando ingresó a ocupar su lugar como querellante en la sala, donde se ubicó junto a las compañeras Claudia Ferrero y Liliana Alaniz de APEL y María del Carmen Verdú e Ismael Jalil de CORREPI, que rápidamente le explicaron lo que estaba sucediendo. Luego, participó, en primera fila y con el puño en alto, en el cierre del acto en la calle.

Convocamos a sostener la movilización el martes 19 y el viernes 22, desde las 9:00, frente a los tribunales de Comodoro Py 2002, Retiro.

viernes, 8 de febrero de 2013

Día 57 - El Día de los Inocentes (8/2)

En la audiencia de hoy, la última del juicio antes que comiencen los alegatos, pidieron ampliar su indagatoria el comisario mayor Hugo Lompizano y el barra brava reclutado por la patota Cristian Daniel "Harry" Favale. Desde los dos extremos del armado del plan criminal (el policía de mayor jerarquía entre los procesados, y el hombre que disparó sobre Mariano), escuchamos la misma historia, plagada de ojos lacrimosos y voces entrecortadas: Yo no fui. Pero ni el esfuerzo discursivo e histriónico de ambos, ni el remanido recurso de echarle la culpa a los demás, logró desvirtuar la certeza de su culpabilidad, que se extiende al resto de los procesados y a los que todavía falta juzgar.

El comisario mayor Hugo Lompizano comenzó su larga exposición expresando su agradecimiento al tribunal, y explicando que hace mucho que quería declarar. Resaltó que el 4 de marzo cumple 39 años en la policía federal, y después hizo una especie de manifiesto de fe republicana, constitucional y democrática, con frases como "Jamás imaginé que iba a terminar mi carrera imputado en una causa tan dolorosa como esta. Intervine en muchas manifestaciones y nunca estuve involucrado en muertes ni heridas. Lo primero que aprende un policía son las obligaciones que tiene que cumplir, y las leyes que debe respetar. La primera obligación que nos impone nuestra ley orgánica es preservar el orden público y la vida de las personas a riesgo de la propia vida".

Luego hizo un resumen de sus distintos destinos en la fuerza, como comisario de la 2ª y la 3ª; ya comisario inspector, como jefe de la circunscripción 1ª y 2ª, y finalmente, con el grado de comisario mayor, en la Dirección General de Operaciones, cargo que ocupaba el 20 de octubre de 2010. Se refirió con gran respeto al presidente Néstor Kirchner, quien, según aseguró, "Dio en 2003 una directiva tajante sobre cómo debíamos actuar, sobre todo en manifestaciones. Aprendimos a hablar con la gente, a consensuar, a tener otra actitud, a persuadir y a no utilizar la fuerza salvo que fuera necesario". Evidentemente "resultó necesario" a menudo, pues no nos alcanzaría el ciberespacio para enumerar cada ocasión, en los pasados 10 años, en que las fuerzas de seguridad, y en particular la federal, reprimieron trabajadores, estudiantes, desocupados, ambientalistas, etc.

Recordemos, sólo como ejemplos, que mientras Lompizano era jefe de la comisaría 2ª, podemos recordar, como ejemplos, la represión del 16 de julio de 2004 frente a la Legislatura porteña, con más de dos docenas de detenidos entre los manifestantes contra el código contravencional de la ciudad, de los cuales 17 permanecieron detenidos casi dos años, o la del 30 de agosto del mismo año, en el escrache a Ratto, del FMI, que estaba en el ministerio de Economía, con 108 detenidos, y una causa que todavía da vueltas por el edificio de Comodoro Py. Desde la comisaría 3ª, en octubre de 2008, reprimió una manifestación frente a los tribunales de Talcahuano en solidaridad con los campesinos paraguayos presos, que produjo 17 compañeros detenidos, y, desde la Dirección General de Operaciones, co-dirigió la represión en el Parque Indoamericano de diciembre de 2010, con 3 muertos, lo que le valió que el fiscal Sandro Abraldes pidiera su indagatoria por homicidio calificado reiterado.

El comisario mayor relató que ya el 19 de octubre a la noche recibió la orden de organizar el servicio policial del día siguiente en Avellaneda, debido a la movilización de los tercerizados, y, a partir de ahí, se dedicó a intentar una hipótesis exculpatoria usando táctica más frecuente en el caso de policías imputados por este tipo de hechos: nunca es culpa de ellos, sino de los de arriba, o los de abajo. O actuaron cumpliendo órdenes de los superiores, o confiaron en la delegación de tareas a sus subordinados. Nunca tiene la culpa el que está declarando.

Con el listado de llamadas entrantes y salientes a su teléfono celular policial de entonces ("POC"), trató de mostrar que "no podía estar en todo", incluso con un sesgo de ironía: "Me llamaba todo el mundo, todos querían hablar conmigo, pero al día siguiente de irme de la policía, nada, ni una llamada, creí que el teléfono estaba roto...".

Recurrió también al "... no sabía...", como si en lugar de estar a cargo de la DGO y de su sala de situación en el departamento central de policía, con las imágenes en vivo de lo que sucedía y las llamadas y comunicaciones de los policías en el lugar (los comisarios Ferreyra y Mansilla de la línea Roca, el subcomisario Garay de la 30ª, el jefe de la fuerza especial desplegada por la DGO), hubiera estado dentro de un frasco de mayonesa, ignorante de todo lo que iba pasando. Y se atalonó en la versión de que el ataque "fue sorpresivo, no había hipótesis de conflicto", aprovechando para perfeccionar la táctica de descargar para arriba, abajo y al costado, sobre los comisarios Mansilla y Ferreyra, sobre el subcomisario Garay y sobre sus subordinados, el subcomisario Echavarría y el oficial Conti. Todos, en definitiva, tan parte del plan común como él mismo.

Sobre el final, aseguró que sólo 14:26, es decir, incluso después de que Callao y Corrientes estuviera cortada por la primera movilización de repudio, supo que había un muerto. Y luego vino el histrionismo, como en otras indagatorias, con lágrimas de cocodrilo: "Nunca pensé que iba a ocurrir algo tan lamentable. Lo estoy diciendo con el corazón. Le puedo garantizar que ninguno de los policías que está acá hubiese querido la muerte de alguien. Esta situación nos provocó un estupor terrible. Fue una catástrofe, una situación que nos desbordó a todos. Seguramente que hay un responsable, pero ése no soy yo", lloriqueó jugando al inocente, y sin aceptar preguntas ni de los jueces ni de las partes.

Luego, la defensora oficial de Favale anunció que su asistido iba a ampliar su declaración. Con mirada desafiante, el barra brava comenzó aclarando que estaba muy cansado por el viaje desde el penal, y dijo que, después de haber escuchado todo el juicio, quería "hacer una manifestación por cosas que me enteré acá.

Y arrancó: "Quiero dejar en claro y volver a decir que yo no cometí el hecho que me atribuyen. Es cierto que estuve en el lugar y que llevé un grupo de pibes, y que insultamos, saltamos y tiramos piedras, pero no llevé armas ni disparé". Admitió, también, que estuvo en otros actos de la Unión Ferroviaria con anterioridad, "para demostrar el interés por el trabajo que quería conseguir, me puse la gorra y la pechera, fui a River, fui a Constitución, para apoyar a los ferroviarios y hacer presencia".

Luego, como enviando un mensaje que evidentemente no era para las querellas, con la vista perdida en el fondo de la sala dijo: "Escuché decir de imputados ferroviarios que ellos no mataban a nadie, una forma de echarme la culpa a mí, que no soy ferroviario. Me enteré en el juicio que el testigo protegido que me acusó era un ferroviario, señores, Benítez. Fue el primero que me acusó el 21 de octubre, falsamente, instaló mi imagen en todos los medios, desvió y corrió la mirada hacia mí, evitó ser investigado él, que corría armado en primera línea" Y redobló el mensaje: "Basta ver en los videos al lado de quién corría...", refiriéndose a varios de los hombres de la Lista Verde procesados, como Sánchez y González, a cuyo lado se ve a Benítez en el video de C5N.

Así, 6 meses y dos días después de su apertura, y tras 57 audiencias, terminó la etapa de recepción de prueba en este juicio. A partir de la próxima jornada, cada parte deberá exponer sus conclusiones, previo analizar la prueba, y acusar o defenderse. El viernes 15, comenzarán los abogados de la mamá de Mariano Ferreyra. Luego, el viernes 19 de febrero, nuestra querella, en representación de Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y los restantes compañeros heridos. Más que nunca, deberá colmarse la sala con compañeros y compañeras que aporten, con su presencia, el grito a voz en cuello: ¡Castigo a los culpables!.

Día 56 - Socios (5/2)

En la audiencia de hoy, se escucharon las voces de José Pedraza, Carlos Tomada y Noemí Rial, grabadas por orden de la jueza de instrucción en el mes de enero de 2011. A cuatro meses del crimen de Barracas, y cuando ya era inminente la detención del jefe de la UF, el ministro de Trabajo, y su segunda, charlaban así los socios y amigos, con una contundencia que hace innecesario todo comentario:

José Pedraza y Carlos Tomada (14/01/2011):


Pedraza: ¡Ministro!

Tomada: ¡Mi querido! Escucheme una cosa, dos cosas que le voy a decir. La mejor defensa es un buen ataque (risas), pero antes de que me digas que me llamaste cuarenta veces y todo eso, me dijo Ciaravino (su jefe de gabinete) que va a recibir ahí, que le estás mandando un representante de la Unión para charlar con él…

Pedraza: Sí, porque tenemos…

Tomada: Me parece muy bien.

Pedraza: …controlado el tema de los tercerizados en Ferrovías y no queremos que nadie los arrastre.

Tomada: Me parece muy bien. Y hay que empezar a trabajarlos políticamente. Segundo, te aviso que hoy, acá en la entrada del ministerio, me he encontrado con el compañero Sobrero.

Pedraza: ¡Sobrero!

Tomada: Yo hacía, qué te puedo decir, hacía diez años que no lo veía…

Pedraza: Fácil.

Tomada: … fácil que no lo veía. Me saludó muy amable. Me dijo que él no tiene nada que ver con estos quilombos, que para él es una vergüenza lo que están haciendo. Este… lo vi muy educadito. Lo único que faltaba era que se peinara con gomina.

Pedraza: ¡Es de los míos, carajo!

Tomada:Sí, sí, sí. “Yo no sé por qué con José no puedo hablar, al final de cuentas, si podemos hacer una cosa más o menos prolija” (imitando a Sobrero). Bueno, no sé. Me tiró ahí, pero me causó mucha gracia. Tiene el pelo mucho más cortito.

Pedraza: ¿Ah, sí?

Tomada: Sí, sí.

Pedraza: Está muy aburguesado, te cuento…

Tomada: Totalmente, él mismo se gastaba a sí mismo.
Pedraza: Sí, sí.

Tomada: Entonces, yo, al principio, empiezo de usted. Después yo… yo ya no soy aquel muchacho (risas). Viste, a todos le llega, le digo.

Pedraza: A todos le llega la madurez.

Tomada: La madurez.

Pedraza: Escuchame…

Tomada: El los estaba puteando a los del PTS y a los del…

Pedraza: Sí, sí, a los del PO.

Tomada: Y a los del Partido Obrero, imagínate.

Pedraza: Sí, sí. Bueno. Yo no insistía de hinchapelotas, sino…

Tomada: No, ya sé…

Pedraza: Quería conocer si es pura verdad unos arreglos hechos con Maturano (secretario general de La Fraternidad) para que levanten el paro.

Tomada: (Risas) Ay, Dios mío… Lo que pasa, sabés viejo, es… no sirven para nada los arreglos hechos con Omar que, a los cinco minutos no…
Pedraza: Sí, sí.

Tomada: Lo que le dije fue, no hicimos ningún arreglo. Lo que le dije, la verdad, es que… estaba Schiavi … que, en realidad, esto se iba a hacer. Y que no era en su contra ni de la Unión, ni mucho menos, en contra de La Fraternidad. Le di muy a entender que qué carajo se metía él, digamos, de alguna forma, elegantemente, porque sabés que con Omar si no hablás con cuidado se le sale la cadena.

Pedraza: Sí.

Tomada: Después lo que le planteé…

Pedraza: Preguntále a Schiavi…

Tomada: Sí, por eso. Tal cual. Luego lo que si le dije es que si es necesario que alguna gente de él entre, si el problema es que entre alguna gente de él, este, bueno, eso es una cosa que se puede conversar. Luego, fundamentalmente, el planteo era que hay que hacer un laburo sindical sobre estos tipos que entran, porque no son todos del PTS o del PO.
Pedraza: No, no, no.

Tomada: Hay un montón que se los puede ganar y, entonces, porque ahí llegamos, después que íbamos a hablar con la Unión también. De manera que éstos pensaran en meterlos en una especie de curso de capacitación y qué sé yo, y empezar a hacerles la cabeza…

Pedraza: Bueno, nosotros estamos, hemos estado y estamos trabajando en eso.

Tomada: Por eso. Me parece, digo, que hay gente de la Unión, más jóvenes o que tienen trayectoria política, no sé cómo será la historia… O mismo que por ahí entren tipos, cuadros tuyos, este, que se trasladen de otro lado cuadros políticos para laburar…

Pedraza: Está bien, está bien. Por ejemplo, ahí en el Sarmiento. En el Sarmiento nos manejamos con una empresa de mierda, pero tratamos de meter gente militante…
Tomada: Está claro, bueno…

Pedraza: … para tratar de recuperarlo, pero, bueno…

Tomada: Y nada más. Nada más. Salió con el tema de que las empresas… Entró a putear a las empresas, este, digamos, de que tienen tercerizados, no a Ugofe, sino a las empresas. Y decía: “Esto ustedes lo hacen para salvar a las empresas”. ¡Pero qué vamos a salvar a esas empresas si muchas de ellas van a terminar desapareciendo!

Pedraza: Claro.

Tomada: Porque se van a quedar sin el laburo. Entonces, no inventes cosas raras, viste. No, nada, me pareció que estaba… Y entendió que no es una cosa… Me parece que entendió hasta la próxima salida de cadena, que entendió que nosotros esto no lo vamos a pagar. Y el problema, y además le advertí que vamos a tener quilombo, entonces no podemos seguir extorsionados con aprietes permanentes por el lado de La Fraternidad, porque resulta que La Fraternidad lo llamaba para hacer un paro y nosotros tenemos que recular un poco. Ahora, cuando venga el quilombo de que no van a entrar los tipos de seguridad…

Pedraza: Y los de los baños, y los vendedores ambulantes…
Tomada:Y los de los baños. Eso va a significar un despelote. Yo le digo: “Estrechá filas con nosotros, ayudanos, y ahí entonces cerramos el ingreso de la gente”

Pedraza: Está bien.

Tomada: Pero los primeros seiscientos tipos van a entrar, Omar, y terminado.

Pedraza: Listo. Está bien. Mi temor es que, como él dice que de los cupos que ingresan, el veinte por ciento le corresponde a La Fraternidad, haya algo de eso…

Tomada: ¿Que hubiera abierto el número? No, no. Para nada.

Pedraza: Bueno.

Tomada:¿Eh?

Pedraza: Muy bien.

Tomada:¿OK?

Pedraza: Buen fin de semana.

Tomada: Igualmente para vos, José. Te mando un abrazo y cariños.

José Pedraza y Noemí Rial (11 de enero de 2011):

Pedraza: Hola, hola!

Rial: Hola, José.

Pedraza: Noemí, ¿cómo estás?

Rial: Bien, bien, estoy bien, estoy recuperándome muy bien, pero estuve leyendo ahora en el diario que ¿está la gendarmería ahí? ¿Están llevándose cosas?

Pedraza: Acá estuvo a las 6 de la mañana la gendarmería y la policía federal.

Rial: ¿Y se llevaron cosas?

Pedraza: Se llevaron cosas.

Rial: ¿Levantaron un acta, no? De todo o qué se llevaron...

Pedraza: Sí, sí. Allanaron mi casa, están allanando la de Fernández.

Rial: A la miércoles… Bueno.

Pedraza: Encontraron un arma calibre 22 y un recibo de compra de un 38. Tenía todos los papelitos del registro nacional de armas, pero la mía estaba en la caja de seguridad del banco, no la usé nunca.

Rial: ¿No había nada raro?

Pedraza: Nada raro.

Rial: Bueno, yo cualquier cosa el lunes a la tarde voy a empezar a ir a la tarde, pero viste que todavía estoy caminando con muletas.

Pedraza: Sí.

Rial: Pero ya a partir del lunes estoy. Si no, llamame a mi casa cualquier cosa que necesites, José.

Pedraza: Bueno.

Rial: Estela tiene mi teléfono y si no, se lo pedís a Emiliano y me llamás al celular cualquier cosa que necesites.

Pedraza: Bueno.

Luego, se escucharon las conversaciones de Favale con el dirigente de la UF Mario Giusti, y con Catriel Díaz, hijo del detenido Pablo Díaz. En ambos casos, el barra brava le recordó a sus interlocutores que "no se iba a comer el garrón solo", y que, si él caía, "caen conmigo, van a rodar muchas cabezas".

Finalmente, en un deslucido intento por mejorar su situación, subió al estrado para prestar declaración indagatoria el comisario Mansilla, jefe de la línea Roca. Limitó sus palabras a alguna interpretación descolgada de lo que se pudo apreciar en la inspección ocular del día anterior, tratando de suavizar la comprobación tan clara, al estar en el lugar, de que es mentira que ni él ni sus colegas ni la gente a su cargo vieron y escucharon las instancias del ataque.

En la próxima audiencia, el viernes 8, anunció que declararía el máximo jefe policial procesado, el comisario Hugo Lompizano, jefe de la Sala de Situación de la Dirección de Operaciones. El martes 15 comenzarán los alegatos,, ese día en boca de la querella que representa a la familia de Mariano, y el martes 19 será el turno de la querella que compartimos APEL y CORREPI, en representación de Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y los demás compañeros heridos.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Día 55 - En el lugar del ataque, con Mariano, Maxi, Darío y todos los caídos por luchar. (4/2)

Hoy el tribunal, la fiscalía y las partes nos reunimos en Pedro de Luján y Bosch, para recorrer el escenario en que se desarrolló el ataque. Lo primero que llamó la atención, además del infernal despliegue de gendarmería convocado para hacer un perímetro en torno de los participantes en la medida, fue la cara de espanto de más de uno de los presentes, que evidentemente estaban por primera vez a metros del Riachuelo a pie. Mientras los vecinos de la villita Santa Elena, naturalmente, curioseaban, más de un atildado y temeroso trajeado no podía ocultar su desconcierto en un barrio popular.

El objetivo planteado por nuestra querella para esta medida fue ampliamente cumplido, porque allí pudo percibirse cómo cada declaración de los compañeros que describieron los hechos cae en su justo lugar, mientras las versiones de los imputados y sus cómplices testigos quedaron expuestas como imposibles. Hay una sola manera en que pudieron ocurrir las cosas, conforme la geografía del lugar.

La principal comprobación pasó por las distancias y dimensiones: los más de 300 metros entre la esquina de la parrillita al paso, Santa Elena, y el terraplén, convierten la repetida versión trucha del "ahí vienen" en imposible desde cualquier punto de vista. Del mismo modo, quedó al desnudo que la policía –tanto los que estaban sobre las vías como los apostados sobre la calle Luján- necesariamente vieron y escucharon todo, pues no hay obstáculo visual alguno hacia la avenida Vélez Sársfield. También se pudo comprobar la cercanía (el Carrefour a metros de las vías de Avellaneda) del lugar donde, desde las 10:00, estuvieron apostados, sin intervenir pese a su impecable visión del terraplén, tres cuerpos especiales de policía, con un hidrante, una autobomba y un traslado de tropas (los que se ve llegando a Luján cuando Mariano, Elsa y Nelson ya estaban en el Hospital Argerich).

La recorrida a pie por Pedro de Luján hasta la calle Río Limay, donde cayó Elsa; por la calle Bosch hasta Avellaneda, siguiendo el camino de la manifestación en sentido inverso hasta el local de la calle Lebehnson; por las vías desde Luján hasta la estación Yrigoyen, desde donde llegó Favale con su grupo, pusieron en un marco espacial concreto cada una de las afirmaciones de los testigos y víctimas.

Sobre el final, cuando para acceder a las vías de Avellaneda atravesamos el hall de la estación, donde se unen las pintadas por Mariano con los murales por Maxi y Darío, los compañeros de CORREPI que estábamos presentes nos cruzamos las miradas, y, sin hablar, supimos que sentíamos y pensábamos lo mismo. La necesidad de reivindicar a todos los compañeros caídos en la lucha contra la explotación y la represión, y de continuar esa pelea en forma organizada, sin olvidar, sin reconciliarnos, sin perdonar y sin dar tregua a los enemigos de la clase trabajadora.

Día 54 - No hay declaración que los salve (18/1)

Juan Carlos "Gallego" Fernández retomó su declaración indagatoria después de haber estado ausente, igual que su abogado, en las dos jornadas anteriores. Debía según su propio deseo, responder las preguntas de las partes y del tribunal.

Como en las audiencias anteriores se habían escuchado sus jugosos e íntimos diálogos con funcionarios del gobierno nacional, así como con sus subordinados de la UF, buena parte de esas preguntas se refirieron a esas comunicaciones, todas posteriores al asesinato, que dan cuenta de la maquinaria puesta en marcha para tratar de garantizar la impunidad de los ejecutores del plan criminal. No hubo experiencia ni cintura que permitiera al burócrata dar alguna explicación verosímil, lo que produjo significativos silencios y tristes intentos con versiones descabelladas.

Quedó bien claro que, con anterioridad a la movilización de los tercerizados, el aparato de la UF y los funcionarios, especialmente del área de Transporte, complotaron en común para "neutralizar" la medida de lucha y, especialmente, para hacer tronar el escarmiento de una vez y para siempre sobre esos díscolos que no se encuadraban en su estructura aliada a la empresa y el estado.

Fernández reconoció su vínculo con el comisario mayor retirado Ricardo Vitali, responsable de la seguridad en el Roca desde la época de Taselli, que estuvo el 20 de octubre sobre las vías, y con quien el burócrata comparte intereses en el club Independiente. Sin el menor apoyo en la realidad, el Gallego insisitó en la tesis infantil de la "autoconvocatoria" de la patota de la Lista Verde y los barras bravas que fueron a "mejorar el servicio", como Favale.

Igual de simplistas y alucinadas fueron las explicaciones que intentó dar para relativizar su férreo control en los ingresos de trabajadores a planta permanente y en el manejo autoritario de su gremio, con expresas instrucciones, por ejemplo, del tipo de "kilombo" que sus hombres debían hacer para desorganizar y amedrentar a los tercerizados.

Algunas de las cosas que dijo, en otras circunstancias, serían graciosas: "Llamé a Pablo Díaz para que se retiraran de Avellaneda, porque los manifestantes son gente muy agresiva". "Nosotros no mandamos a matar a nadie. Sabemos que una cosa así es darle una bandera a estos grupos". "Esta es una porquería que nos han hecho; alguien pensó que era más fácil tirarle el fardo a la Unión Ferroviaria". "Tuvimos infiltrados".

Terminado el patético show del Gallego, decidió prestar declaración Daniel González, el hombre del cuello ortopédico que se ve en los videos corriendo en punta con la patota, y quien, junto a Francisco Pipitó y Juan Carlos Pérez, entre otros, intentaron que los periodistas de C5N no registraran imágenes del ataque.

Repitió la "explicación" de cuantos hasta ahora declararon: "Fui por mi propia decisión, en defensa de los usuarios y de mis compañeros". "Alguien dijo `ahí vienen', y yo corrí, sin saber por qué", "no vi nada porque me quedé atrás", aseguró, desmintiendo las imágenes que lo muestran en la primera línea.

Mintió cuando dijo que no conocía a Favale, y no tuvo forma de explicar las fotos del 6 de septiembre de 2010 en Constitución, que lo muestran pegado al barra brava mientras la Lista Verde hostiga a los tercerizados en el hall de la estación.

El final de la audiencia se dedicó a más escuchas de los teléfonos de Pedraza, con los imperdibles diálogos sobre la maniobra de soborno a los jueces de la Cámara de Casación.

A partir del 4 de febrero, con la inspección ocular y las últimas escuchas, y quizás alguna otra indagatoria, finalizará la etapa de recepción de prueba, y, por fin, comenzarán los alegatos, paso previo a la sentencia.