lunes, 18 de marzo de 2013

Día 65 - La patota se defiende: la defensa de Favale confirmó el plan criminal. (12/3)

"Los imputados, en sus indagatorias, decidieron negar que conocían a Favale. Díaz y Alcorcel, sobre todo. Pedraza afirmó, inclusive, que no le constaba que un compañero ferroviario haya ido armado, sino que era un extra-ferroviario. Querían dominar la línea de defensa, esto explica el por qué de los llamados entre Pedraza y un importante estudio jurídico para hacerse cargo de la defensa de mi defendido". Cuando la Dra. María Florencia Hegglin, defensora oficial del barra brava Cristian "Harry" Favale, arrancó así su alegato, las caras de los abogados del resto de los imputados palidecieron. Es que, si alguna duda faltaba despejar respecto al plan criminal que involucra a todos los imputados, este reconocimiento expreso de la defensa de uno de los tiradores acababa de hacerlo.

Hegglin, defensora tan oficial como el de Pipitó, se encargó, en más de una oportunidad, de referir que todos apuntaron a Favale para descargar de responsabilidad a la Unión Ferroviaria. Su insistente mención a que la denuncia anónima que condujo a Favale "recalca que no es un ferroviario el autor material de los disparos" lleva a concluir que el plan criminal cerraba usando a Favale como coartada.

Esa denuncia anónima, una llamada telefónica entrada la tarde del mismo 20 de octubre, disparó la búsqueda de Favale, que incluyó a miembros del COPROSEDE, el organismo de seguridad del fútbol bonaerense, lo que confirma la vinculación estrecha entre el barra brava tirador y la policía (circunstancia que, por supuesto, ignoró referenciar la abogada). La defensora cuestionó todo el procedimiento, pidiendo nulidades por la detención, la indagatoria, la intervención telefónica de su celular y los reconocimientos en rueda y por fotos que hicieron múltiples testigos.

Con un gran esfuerzo técnico-jurídico, la abogada Hegglin ametralló al tribunal con la serie de pedidos de nulificación, aunque tuvo que reconocer que esas nulidades que ella postuló, no fueron nunca antes planteadas por la anterior defensa de Favale, lo que presume su seguro rechazo.

En sintonía, ahora sí, con las demás defensas, la defensora oficial cuestionó severamente la instrucción de la entonces fiscal y actual funcionaria del Poder Ejecutivo Cristina Camaño, y dirigió especialmente sus dardos contra el testigo protegido Jesús Benítez, que integraba la patota y bien podría ser otro de los tiradores.

Insistió Hegglin, hasta el cansancio, en que su defendido no disparó, que siempre negó haber disparado y que, en cambio, señaló al ferroviario Sánchez como autor de los disparos. Sin dudas que éste disparó, como lo vieron media docena de testigos, más otros tantos que vieron a Favale hacer lo mismo.

"Favale llevó gente de Varela por pedido de Pablo Díaz, y es cierto que hubo por lo menos 73 contactos telefónicos y radiales con todos ellos", dijo en relación a la patota, aunque aseguró que "no llevó armas". Pero cuando quiso explicar la cantidad de comunicaciones diciendo que "eran frecuentes las llamadas entre estas personas aún en otras circunstancias y fechas", la pifió, porque lo único que pudo aportar fueron llamadas del 6 de septiembre (el día del reclamo de los tercerizados en Constitución, frustrado por la patota en la que estaba, de nuevo, Favale) y del día en que Pedraza acompañó, con su gente, el acto de Moyano y Cristina Fernández en River.

La esforzada defensora, sin quererlo, probó así que la patota se completaba con el barra brava y sus muchachos.

Su extenso alegato transitó por la permanente descontextualización, un recurso dialéctico que suele ser el que mejor deforma la realidad. Cuando debió explicar por qué Favale se detuvo en la corrida mortal ante la aparición de las cámaras de C5N, la defensora dijo: "Pudo haberse detenido y dado vuelta porque por la vereda pasaba una linda mujer, una morocha alta, inclusive la periodista Carchak que se hallaba en el lugar... nada indica que lo haya hecho esperando que Pipitó y González obstruyeran las cámaras del equipo periodístico".

Esta insólita afirmación, en verdad una ironía mal enunciada, fue seguida por un decisivo reconocimiento que echa por tierra todo el andamiaje defensista: "Si él no se hubiera mostrado ante las cámaras no se hubiera llegado nunca a Favale", revelando así que, precisamente, esa cámara logró -desafiando el amedrentamiento- las imágenes del ataque, aun parciales, pero suficientes. El video policial no filmaría nada del ataque. Los movileros, en cambio, no formaban parte del plan.

Hegglin habló de un "juicio paralelo gestado en los medios", algo así como una causa armada. Pero al mismo tiempo afirmó que Favale era "el último eslabón". Se impone entonces una pregunta: ¿eslabón... de qué cadena?. Las caras de los otros defensores responderían con el silencio que siguió al cierre del alegato, y que nosotros describimos en nuestra intervención: plan criminal común, y división de tareas.

La defensora cerró pidiendo la libertad de Favale... difícil que el chancho chifle.

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