martes, 2 de octubre de 2012

Día 23 - "Un zurdito menos" (02/10)

La audiencia comenzó con la arremetida conjunta de las defensas contra la decisión administrativa de la Procuración de la Corte de sumar otros dos fiscales a los ya existentes, la Dra. Jalbert y el Dr. Boggeti. L designación de los fiscales Gamallo y Domínguez desató todo tipo de argumentos, desde quejarse porque "hay desproporción de armas, tenemos que defendernos de cuatro fiscales", hasta impugnar a Mariano Domínguez porque fue el secretario de la fiscalía de instrucción. "Hubo una instrucción incompleta" aulló el defensor del "Gallego" Fernández, Dr. Freeland, lo que sonó muy parecido al reclamo de "memoria completa" de los defensores de los genocidas... como varios de los que hoy defienden a los asesinos de Mariano. Así lo destacó la compañera Verdú, que señaló que ésta es una nueva maniobra para empiojar el trámite y embarrar la cancha... aunque lo dijo un poco más académicamente. La fiscal Jalbert pidió tiempo para responder, así que el tema se pasó para el jueves, y el impugnado Dr. Domínguez fue forzado a abandonar a sala.

Antes de que ingresara el primer testigo de la jornada, informamos al tribunal de las amenazas recibidas durante la audiencia del lunes 1º por el compañero José "Cacho" Andino, "casualmente" el mismo día que declaraban sus compañeros del Movimiento Teresa Rodríguez, y 48 horas antes de su propia declaración (ver Boletín nº 674 de CORREPI en www.correpi.lahaine.org)

El primer ocupante del estrado fue el compañero de la Tendencia Piquetera Revolucionaria, Lucas Emilio Malaspina, que explicó con claridad que su organización apoyaba la manifestación y corte de vía de los tercerizados, y relató el proceso previo a la convocatoria. Su firme testimonio coincidió con el relato de los compañeros que lo precedieron, relatando la presencia de la policía y la patota en la estación Avellaneda, lo que modificó el plan inicial, y la caminata por la calle lindera a las vías, bajo los insultos del grupo de choque que los seguía sobre el terraplén.

Con lenguaje preciso, describió el intento de subir a las vías, el ataque de la bonaerense, y la intervención de los compañeros del PO, Belliboni y Martínez, que increparon a los policías porque disparaban sus balas de goma sobre ellos, y no sobre quienes los apedreaban desde arriba de las vías.

En coincidencia con Mauricio González, recordó el grito de guerra de la patota: “Viva Perón”.  Contó que se replegaron sobre Luján, y que, una hora y pico más tarde, cuando se retiraban, vio -pese a su gran miopía- el espectro borroso de los patrulleros cuando se abrieron para dar paso a la patota de la Verde.

Lucas estuvo en la línea de defensa improvisadamente armada, ese cordón que desvela a los defensores y que no es más que la natural reacción de los militantes que asumieron la defensa de sus compañeros. En un momento, con la patota muy cerca, oyó disparos, y vio un hombre haciendo un ademán compatible con el acto de disparar.

A preguntas de las defensas, fue muy claro: "La protesta era contra UGOFE, contra las empresas tercerizadoras, contra la burocracia sindical y contra el gobierno", y satisfizo la inquietud del curioso Dr. Freeland, que quiso saber qué es la TPR.

"Un zurdito menos"

Eso fue lo que el fotógrafo de Clarín, Gerardo Martín Dell’Oro, oyó decir en la estación Avellaneda, cuando la patota volvía después del ataque.

Dell'Oro fue enviado por el diario cuando comenzaron a llegar a las redacciones las noticias del ataque. Vio a la patota regresando, en varios grupos, y sacó más de 80 fotos.

Describió al “calvo en cueros”, que era Gustavo Alcorcel, junto a 6 u 8 más, que venían en grupo cerrado, y otros cien más, en actitud festiva, que celebrabn que no se habían cortado las vías.

“Un zurdito menos”, le dijo uno a otro, mientras el periodista guardaba su equipo en el bolso.

“Está bien, no vamos a filmar”

Matías Sebastián Avellaneda, empleado de seguridad de la empresa Chevallier, contó que vio el grupo de más de 50 personas que se instalaron sobre la calle, con sus banderas y pancartas, en Santa Elena y Luján. Dijo que no le causaron miedo, incluso se acercó a preguntar por que estaban ahí, y los compañeros le explicaron que era por los despidos de los ferroviarios.

El miedo llegó cuando vio a otro grupo que corría desde el puente. Ahí cerraron el portón de la empresa, donde se resguardaron, también, una chica y uno o dos muchachos de un canal de televisión, a los que, segundos antes, un par de los que corrían amenazaron para que no filmaran.

“Está bien, no vamos a filmar”, dijo alguno de los trabajadores de C5N, aunque, afortunadamente, la cámara nunca se apagó.

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