martes, 2 de octubre de 2012

Día 22 - “HDP…nos acaban de apedrear y ustedes nos tiran” (01/10)

En una nueva jornada del juicio, prestó testimonio Damián Reynoso, compañero y amigo de Mariano. Con su relato se vuelve a confirmar el rol activo de la bonarense, mediante la represión a los tercerizados y a quienes estaban en ese momento solidarizándose con su lucha, como el rol de federal, al abrirle el paso a la patota para su ataque final, asesino y cobarde contra los manifestantes. Tan evidente fue ese rol que Damián los increpó al grito de “HdP…nos acaban de apedrear y ustedes nos tiran”. Cuando se trata de reprimir a los trabajadores, en sus distintas variantes, buscar la diferencia entre la bonarense del “derechoso” Scioli con la federal de la “progre” CK, resulta más difícil que encontrar la cuadratura del círculo.

Con el testimonio de Damián volvió a quedar en evidencia, una vez más, que se trató de un ataque cuyo objetivo no era impedir el corte de vías, del cual se había desistido por las agresiones recibidas por la patota, sino aleccionar a los trabajadores tercerizados porque el ataque comenzó cuando éstos habían comenzado a retirarse del lugar.

Damián pensó que, luego de la apedreada de la patota y de la represión con balas de goma por parte de la bonarense, lo peor ya había pasado, pero en realidad estaba por venir. Cuando la patota decidió su ataque final, junto con Mariano y otros compañeros, formaron el cordón para cubrir la retirada de mujeres, niños y mayores. Defendiéndose y defendiendo a sus compañeros de la patota, en un momento, miró hacia un costado y lo vio a Mariano, tirado en la vereda y pensó que había recibido una piedra. Pero cuando se acercó, tomó conciencia de que a Mariano lo habían herido de bala Se puso a su lado y ya no se alejo un segundo más de él. Lo acompañó, sosteniéndolo dentro de la ambulancia, hasta la entrada de urgencias del Hospital Argerich, dándole fuerzas y pidiéndole a su amigo que resista, aún sabiendo que tenía pocas posibilidades de hacerlo.

Y pese a las amenazas recibidas en los teléfonos de varios familiares, presto hoy su testimonio derrotando a los cobardes anónimos.

"¡¡¡Viva Perón!!!"

Ese fue el grito de guerra con el que uno de los matones a sueldo de la UF se paró en medio de la calle, desenfundó su revólver y comenzó a disparar contra los trabajadores cuando éstos habían comenzado a retirarse. Así lo transmitió en su relato Néstor Mauricio Gonzalez, docente de Ademys y militante del FAR, recordando lo vivido el 20 de Octubre. Cualquier comparación con otros “episodios” de la historia del movimiento obrero argentino, no es casualidad.

Mauricio también dejó un relato vivo de cómo, a pesar de la superioridad numérica, de armas y, por si fuera poco, con la “ventajita” de la federal cubriéndoles la espalda, los “valientes” patoteros huyeron, tanto porque ya habían cumplido su objetivo, como porque los compañeros los enfrentaron a pura piedra y gomera, con la fuerza y valentía de saberse defendiendo una causa justa y necesaria. Ello fue así aunque el Dr. Igounet -defensor de Uño- no se haya “percatado” nunca de por qué no siempre el ejército más numeroso y mejor armado pudo cantar victoria.

Dado que Mauricio llamo todo el tiempo a la patota por su nombre, es decir patota, el Dr. Freeland, defensor del “Gallego” Fernández, le solicitó al compañero que distinguiera por qué a uno de los grupos lo llamaba patota y al otro no; por ello el compañero le aportó al defensor su definición de patota: “grupo de gente que intenta impedir el reclamo justo de los trabajadores mediante la violencia”. Ergo: los trabajadores que intentan organizarse y defender sus derechos o exigir su reconocimiento nunca pueden ser ni funcionar como una patota.

Los comisarios y sus amigos de las vías


Luego fue el turno de la compañera Natalia Muñoz del MTR, que junto a sus compañeros llegó a las 10 de la mañana, una hora antes de la cita, permaneciendo unos 20 minutos en el andén de la Estación de Avellaneda. En ese lapso vieron el arribo de un tren que venía de Temperley del que se bajaron unas 50 personas de la UF y un petiso pelado (Pablo Díaz), que, al verlos, les dijo a sus seguidores “comencemos ahora” y la emprendieron contra los compañeros al grito de: “zurdos, putas, cagones”. Los insultos demuestran la nula existencia de ideas que defiende la patota de la UF y el hecho de estuviesen a las 10:20 en el lugar donde se había resuelto cortar, da cuenta una vez más de que no se trató de ninguna reacción sino de un plan previo. También la compañera relató cómo, en la otra punta del andén, estaban entre 3 y 4 policias de Infantería, y entre éstos y Pablo Díaz se ubicaron los comisarios, vestidos de civil y handy en mano. “Díaz se acercaba a los comisarios, habla con ellos y luego con la patota, así varias veces”

Como nos tiene acostumbrados el Dr. Freeland, intentó, dentro de su tesis del “enfrentamiento”, igualar los palos y las gomeras a armas de fuego. A la pregunta de por qué llevaban palos, la compañera le explicó que “los palos son para defenderse y para proteger a la gente que no se puede defender”, agregando que, como organización, tienen “un grupo de autodefensa, en el que participa cualquier compañero que quiera”. El Dr. Freeland, sabiendo de antemano la respuesta y no temiendo hacer el ridículo, quiso saber donde se entrenaban en el uso del palo….No existe tal entrenamiento, respondió Natalia. La solidez de las respuestas de la compañera en toda su declaración, y en particular en este punto, le privaron al Dr. Freeland de solicitar, como lo viene haciendo, el falso testimonio de la testigo.

“Mejor que no corten las vías porque los matamos a todos”


El compañero David Orellana, también del MTR, prestó testimonio y señaló que, cuando se dirigió a buscar a sus compañeros que habían llegado a la estación, se cruzó con alguien que se le paró enfrente y le preguntó “¿van a cortar?”, "no", respondió David. “Mejor así” le contestó el petiso pelado. Al exhibirle una fotografía en la sala de audiencias, el "Chino" señaló a Pablo Díaz como quien realizó la pregunta. En el camino de regreso al lugar de la concentración, recibieron la amenaza en conjunto de la patota: “mejor que no corten las vías porque los matamos a todos”. A pesar de que los únicos que cortaron las vías fueron ellos, llevaron adelante la amenaza matando a Mariano e hiriendo gravemente a Elsa y Néstor.

David también realizó un aporte importante en cuanto a la señalización de Favale como uno de los tiradores. Contó que cuando la patota, luego del ataque final, comenzó a retroceder, “veo a uno que saca un arma de la cintura, con la mano derecha y la apoya en la cintura, realiza 7 u 8 disparos; sigue gatillando pero no salen más disparos, se da vuelta y corre entre otros. Tenía pelo corto, negro, piel blanca, bigote tipo candado, 1.75 u 1.80 mts, robusto, con algo de panza, remera oscura, jean azul gastado y botines de trabajo”. Ante semejante descripción, la defensa de Favale pidió que explicara cómo, si en la instrucción había declarado que “no se acordaba del rostro” ahora había declarado con tanto detalle. El compañero, sin dudar, contestó que le habían hecho un reportaje la semana pasada en el lugar de los hechos y que ahí recordó muchos detalles que no había brindado en su declaración de instrucción.

Y una vez más, el Dr. Freeland intentó avanzar por la línea de palos, piedras y gomeras. Al igual que su compañera Natalia, David le explicó al abogado que “las gomeras en nuestro movimiento se llama autodefensa, es para defender a nuestros compañeros de agresiones de afuera”.

Una jornada más de valiosos testimonios aportados por los compañeros.

Y esta vez no fue la compañera Verdú la que arrancó carcajadas del público, sino que el Dr. Igounet le arranco una a ella que resonó en toda la sala, por lo que recibió un “retito” de Díaz, Presidente del Tribunal, que ante su carcajada le dijo “yo sé que fue espontánea... pero doctora…” ¿Qué la provocó? El Dr. Igounet, pavoneando su desconocimiento sobre las organizaciones existentes del campo popular, ante la respuesta del compañero Mauricio sobre las organizaciones presentes el 20 de octubre, entre ellas el MIR, repreguntó, alarmado: “¿El MIR Chileno?”.

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