viernes, 17 de agosto de 2012

Día 5: De la organización como delito y la policía al servicio de la burocracia

En la quinta audiencia del juicio, la mañana se la llevaron las formalidades sobre los policías que restaban ser indagados. Todos, como los anteriores, se negaron a declarar, por lo que se leyeron sus declaraciones ante la jueza de instrucción.
Ya con esas indagatorias no queda ninguna duda sobre su participación criminal en el ataque: estaban al servicio de los patoteros, los custodiaron, obviaron filmar lo que los comprometía al momento del ataque y los dejaron escapar. El comisario Ferreyra -que estaba sobre las vías con la patota- reconoció que su propia esposa lo llamó, preocupada porque en los medios se hablaba de muertos y heridos, pero él "la tranquilizó" y al rato bajó de las vìas y se fue para Constitución. Al subcomisario Garay, de la comisaría 30ª, le preguntaron por qué no intervinieron ni detuvieron a la patota, y contestó "es que no habían cometido ningún delito". Y hasta se oyó una modulación de la propia policía, que, simultáneamente al ataque mortal, transmitía la orden del comisario mayor Lompizano, jefe de la Dirección General de Operaciones: "Nos replegamos".

Reanudado el debate después del mediodía, llegó a la sala el compañero Nelson Aguirre, testigo y víctima del ataque de la patota, y uno de los querellantes que CORREPI y APEL patrocinamos. Con un relato preciso, completo, por momentos sumamente emotivo, pintó la escena y contó los hechos con claridad: "...en todo momento fuimos atacados, perseguidos, corridos y apuntados por la patota de la UF y hasta por la propia policía. La de la provincia que disparó con balas de goma minutos antes, la federal que despejó la zona para que ataquen los patoteros de la burocracia. En todo momento intentamos proteger a los compañeros más expuestos (mujeres, chicos y personas mayores) y fuimos sobrepasados por el ataque ya que apenas contábamos con unos palos para sostener el cordón de autodefensa. Tiraban a mansalva, direccionando hacia nuestros cuerpos, se escucharon varios disparos de diferentes veredas por las que venían los patoteros de la Unión Ferroviaria, me dieron dos tiros en las piernas... vi a Mariano agonizando y a Elsa sangrando en la cabeza..."

Las defensas intentaron desestabilizarlo, pero el compañero respondió cada vez con más precisiòn y seguridad. Pretendían que reconociera que se trató de un enfrentamiento provocado por su grupo, y no de una cacería. Su delito, según las defensas- fue haber "organizado la protesta social, y, con ella, intentar cortar las vías portando palos y gomeras", lo que, según su criterio, amerita los balazos criminales.
Pero el compañero se sostuvo con la firmeza de los que ni mienten ni tergiversan, con la firmeza de quienes tienen en el cuerpo dos tiros que pudieron matarlo. Clavó la mirada a sus verdugos y les dijo sin temor a equivocarse: "nos tiraron de todos lados, nos mataron, tan solo por haber ido a apoyar a los trabajadores tercerizados".

Fueron tres horas de duro interrogatorio, con pasajes absurdos protagonizados por defensas insólitas, como el caso del Dr. Igounet, defensor del imputado Uño, que además de deslizar una teoría inadmisible sobre la violencia de los que protestan, llegó a preguntar a Nelson qué llevaba ese día en la mochila. Alguien dijo: ¿Es un interrogatorio o una requisa?.La pregunta del defensor fue rechaza por impertinente.

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