jueves, 30 de agosto de 2012

Día 10 - El amigo policía, y cómo trabaja Asuntos Internos. (30/08)


En la décima jornada estaba prevista la declaración de siete policías, tres que quedaron pendientes del martes pasado, debido al particular estilo de interrogatorio de la fiscal, que evidentemente no usa reloj, y cuatro nuevos. Pero cuando el secretario informó la presencia de partes y testigos, resultó que la defensa de Favale desistió de los testimonios de los policías Molina y Kuchasky, de manera que, con la adhesión de la fiscalía y la querella de la mamá de Mariano, que también los habían ofrecido, se incorporaron por lectura sus declaraciones de la instrucción, y quedaron sólo cuatro testigos. Así, fue la audiencia más corta desde el inicio del juicio, aunque tuvo algunos momentos para recordar.

La primera de la mañana fue la subteniente Mónica Giose, operadora y despachante del servicio 911 de la bonaerense, que intervino en el trámite que se dio al mensaje anónimo que identificó a "Harry" Favale como uno de los tiradores. Salvo que dejó claro que no se acordaba del episodio, ni quién le pasó el texto del mensaje recibido por la federal, ni qué pasó después, no aportó nada importante.

Luego fue el turno del principal Ángel Castro, de la PFA, que realizó algunos operativos vinculados a la información obtenida en la escucha directa de los teléfonos de Favale. Se ve que la amnesia es una enfermedad laboral frecuente de los uniformados, porque tampoco se acordaba de nada, hasta  que le empezaron a leer su declaración de hace un año y medio. Ahí se acordó de que obtuvieron los teléfonos de los domicilios que vigilaban por el sistema Nosis, es decir, un sitio de Internet que, mediante un abono, permite acceder a bases de datos de personas. "Después lo dejaron de pagar y no lo usamos más y no llegamos a ningún lado, agregó. Y señaló, pese a la desmemoria, que éste había sido un "caso especial". 

Cuando uno de los defensores el preguntó por qué, explicó: "Fue un caso especial porque podría haber sido cualquiera de nosotros, mi hijo... personalmente creo que no puede ser que cualquiera ande armado, esto no se arregla así. Esté o no en concordancia con él, a este muchacho lo mataron mal”. Los pocos imputados presentes en la sala lo miraron incrédulos.

El tercero fue el sargento Alejandro Tocalino de la DDI de Quilmes, que contó que había conocido a Favale un año antes del crimen, por intermedio de Mauricio Vargas Pina, otro policía de Florencio Varela. Dijo que "Harry" era remisero y "simpatizante de Defensa y Justicia", y que, a partir del 20 de octubre de 2010, lo llamó varias veces a su celular, para contarle que "había estado en el problema ése en Capital" y le pidió que, si sabía de algo en relación a su persona, le avisara. En alguno de los llamados, Favale le contó que ya habían allanado su casa. Torcalino relató que comentó los llamados a su jefe, y se ofreció "como mediador" para encontrarlo.

Al dar sus datos personales, Tocalino -un hombre joven- aclaró a los jueces que ya no está en actividad, en referencia a la policía. Nos quedamos con las ganas de preguntarle por qué lo echaron porque pinta de jubilado, no tenía.

La cuarta declaración fue la del comisario inspector Alejandro Daniel Recalde. Apenas se sentó le vimos cara conocida... claro, cuando contó su curriculum, resultó que el hombre fue subcomisario en la 48ª y la 50ª, dos comisarías que, junto con la 52ª, en esos años fueron frecuente escenario de escraches y movilizaciones de CORREPI, por el fusilamiento de Marcelo Báez y por los diversos hechos de gatillo fácil del recordado sargento Solanes, alias "El Percha".

De entrada se atajó ante los jueces: "conozco a varios de los imputados, son mis compañeros de armas”. Luego se le preguntó por el sumario administrativo policial que labró, porque para octubre de 2010 era jefe de investigaciones administrativas de Asuntos Internos. Uno de los abogados de la mamá de Mariano, Maximiliano Medina, pidió a los jueces, después de varias preguntas con la sempiterna respuesta "no me acuerdo", que se le exhibiera parte de ese sumario al comisario. Concretamente, pidió que le mostraran la Orden de Servicio impartida el 20 de octubre de 2010 por la Dirección Gral. de Operaciones, lo que motivó un furibundo sobresalto de los defensores de los policías imputados, que a toda costa quisieron impedir que se le hicieran preguntas sobre "hechos que no percibió por sus sentidos". Las oposiciones fueron desestimadas por el tribunal, todo con las consabidas reservas de recurrir en casación y a la corte, y el interrogatorio continuó.

Hablando de la conformación del operativo, explicó el comisario que había un comisario a cargo (Ferreyra, de la División Roca), y otro de rango superior, como fiscalizador (Mansilla, jefe de control de líneas), cuya tarea, dijo, es conocer la orden y ver que quien está a cargo la cumpla, aunque, en un guiño al comisario inspector Mansilla, agregó "el fiscalizador no toma decisiones operativas". Más adelante, en cambio, cuando nos tocó el turno de repreguntar, quisimos saber qué debe hacer, entonces, el fiscalizador, si ve que quien está a cargo del operativo no cumple su tarea. La respuesta fue tan inevitable como contundente: "Tiene que hacer que se cumpla, claro que puede tomar decisiones".

Por último, fue muy iluminador, para comprender de qué sirve un sumario administrativo policial, el resto de las respuestas que nos dio:

-¿Cuál es el objeto de un sumario administrativo?

- El esclarecimiento del hecho y en su caso el juzgamiento de la conducta de los responsables.

-¿Cómo reconstruyen el hecho?

- Buenos, hacemos la explotación de prensa (que, aclaró, es juntar recortes de diarios sobre el tema); pedimos los videos si hay, las modulaciones, y tomamos declaración al personal que estuvo.

-¿Los citan a todos? ¿En qué orden?

- No, citamos a los jefes, al oficial a cargo, al fiscalizador...

-¿Y en qué carácter los citan?

- Como testigos, porque al inicio no tenemos imputados...

-Pero si reconstruyen el hecho con los diarios y con los dichos de los que lo dirigieron, ¿qué investigan?

- ...

martes, 28 de agosto de 2012

Día 9 - "Corrieron los patrulleros" (28/8)

"Desde que llegué, apenas pasadas las 12:00, hasta el final, el subcomisario Garay me dio sólo dos órdenes", dijo el actual inspector Sergio Domínguez -lo ascendieron el mes pasado- cuando le preguntamos por las directivas que recibió en Barracas el 20 de octubre de 2010. "Primero, la orden fue permanecer en observación. Y después que el grupo que estaba sobre la vía bajó y nos pasó corriendo, la orden fue avanzar con cuidado de nuestra integridad física".

Ese día, el entonces subinspector Domínguez entró en servicio a las 12:00, y fue desplazado al puente Bosch a cargo del móvil 130, con el agente Durán. Contó que vio un grupo de unos 150 hombres sobre las vías, algunos con ropa de ferroviarios, y otro grupo de unas 60 a 70 personas a unos 200 metros, con pancartas. Cuando ese grupo ya se iba hacia Vélez Sarsfield, nos 40 minutos después, dijo, se produjo el ataque.

Frente a ese tramo aparentemente conservado de la memoria, se destacó la falta de recuerdo de todo lo demás, especialmente lo vinculado con la fuerza a la que pertenece, y a su jefe, el subcomisario Garay, uno de los imputados. El pobre Domínguez no pudo recordar dónde dejó el móvil que tenía a su cargo; dónde estaban los otros patrulleros; si los vehículos se movieron en ese lapso de una hora o más... debe ser el stress laboral...

Sus recuerdos saltaron directamente al momento posterior al ataque, cuando uno de los periodistas de C5N le dijo que había heridos de bala, y un vecino le contó que había visto a uno de los ferroviarios parapetado en una pared, y disparando un arma de fuego. Unos momentos antes, contó, un pequeño grupo de manifestantes se acercó a la policía, diciendo a los gritos que había heridos, y uno de ellos se bajó los pantalones y le mostró algo al subcomisario (era Ariel Pintos, uno de los tercerizados, que le mostró al subcomisario su herida de bala en la pierna).

Hubo que leerle, a instancias de la fiscal, parte de su declaración en la instrucción para que el desmemoriado recordara que, antes del ataque, vio unos 30 hombres que se sumaron al grupo de ferroviarios, y que, después de los hechos, fueron tres los testigos que entrevistó, que le hablaron, también, de cómo la patota recogió vainas del suelo antes de retirarse.

Luego le tocó el turno al suboficial escribiente Luis Humberto Coronel, también de la comisaría 30ª. Si el anterior fue desmemoriado, éste admiró por su capacidad de expresarse con menos de 150 vocablos. Recordó, sin embargo, que eran unos 100 a 150 los que estaban sobre las vías, y que los compañeros se iban ya, a más de 200 o 300 metros. Agregó que, junto a la patota, vio a policías de la División Roca que conocía, ya que hizo adicionales en el ferrocaril, y a un grupo de infantería que sólo se mostró cuando todo hubo terminado.

Finalmente, y como para romper la racha de desmemoria, declaró el sargento José Alberto Ortigoza, de la brigada de la comisaría 30ª, que fue comisionado, apenas llegó, para acercarse a los manifestantes y servir de enlace con ellos. Por lo tanto, vio los hechos desde la esquina de Santa Elena y Luján, a metros de la parrilla al paso donde ellos se detuvieron. "El panorama era normal. Me acerqué a Luján y Santa Elena, donde estaba un grupo de manifestantes, para preguntarles qué iban a hacer. Me acerqué a uno de los referentes, un tal Eduardo (Eduardo "Chiquito" Belliboni", que relató en su declaración que habló con el policía). Él me dijo que iban a hacer una asamblea para decidir cómo seguía, así que me aparté unos 15 o 20 metros por Santa Elena. Le avisé al subcomisario como a la media hora, luego se acercaron de un medio, primero pensé que era TN, pero era C5N, y le avisé tambien al subcomisario. Los manifestantes eran unos 50, muchas mujeres, chicos, adolescentes. Hicieron notas con los periodistas y me avisaron que se iban, encolumnaron y empezaron a marchar para Vélez Sársfield. Cuando esta gente empieza a caminar, yo me acerco a la esquina y veo gente que viene corriendo desde las vías. Le dije al periodista "correte" y yo me corrí para atrás. Sobre la calle Santa Elena había un grupo de unos tres efectivos de civil de la División Roca, me quedé con ellos. En eso unos 6 del grupo que corría desde las vías se viene a increparnos, gritaban "esos son zurdos, vamos a darle”. “Pará que somos poli” dijo uno de la División Roca, y uno de los que corría lo reconoció, y se fueron. Enseguida me asomé a la esquina, caían todo tipo de objetos contundentes y sonaban las alarmas de los autos. Retrocedí por Santa Elena y dí la vuelta por la calle Villarino, y ahí me crucé con el comisario Catalán, y subí a su auto. Escuché que ya modulaban en la radioque había una persona herida en Perdriel y Luján. Cuando llegamos no había nadie. El comisario me mandó por Osvaldo Cruz a ver si los manifestantes se abrieron por ahí, pero recién los vi sobre Vélez Sarsfield, en la parada del colectivo".

Agregó Ortigoza que, al principio, los patrulleros estaban colocados sobre Luján, cortando el tránsito, cruzados. Pero más adelante, cuando estaba en la calle Santa Elena con los manifestantes, vio que los habían corrido, y estaban a los lados, a 45º.

Pruebas al canto, desde los propios uniformes se confirma que se trató de un plan criminal común, donde cada cual tuvo una tarea a su cargo.

lunes, 27 de agosto de 2012

Día 8: "Como una jauría de perros a los gritos"


Como ya va siendo costumbre, antes que entrara a la sala el primer testigo de la jornada hubo una nueva ronda de cuestiones planteadas por las defensas. Por una parte, el tribunal -hoy presidido por el Dr. Bossi- rechazó un pedido de los defensores oficiales de Favale, que pretendieron evitar la incorporación por lectura de las desgrabaciones de las escuchas telefónicas al barra brava. Habían argumentado que algunas llamadas no debían hacerse públicas porque afectaban su intimidad. El tribunal les solicitó que especificaran cuáles era invasivas de su vida privada, pero la Dra. Hegglin hizo exactamente lo contrario: señaló, por escrito, cuáles podían ser incorporadas. Así, se resolvió incorporarlas todas.

A su turno, el Dr. Laporta, defensor de Juan Cárlos Pérez, uno de los integrantes de la patota,  pidió que se altere el orden de los testigos ya fijado por el tribunal para que declaren primero los que han denunciado amenazas, hostigamientos y aprietes vinculados con esta investigación. Frente a la evidente maniobra, relacionada con los fundamentos del reciente nuevo rechazo de las excarcelaciones, que contempla, entre otras cuestiones, los hostigamientos que siguen sufriendo muchos testigos, el tribunal dijo que lo pensará.

A media mañana, se sentó frente a los jueces María Wenceslada Villalba, militante del Polo Obrero y compañera de Elsa Rodríguez, que produjo una declaración tan sólida como emocionante. Comenzó explicando que llegó a Avellaneda alrededor de las 9:30, porque iban a acompañar a los ferroviarios despedidos y los tercerizados a un corte de vías por su reincorporación y pase a planta permanente. Describió las miradas amenazantes de los miembros de la Lista Verde de la Unión Ferroviaria en la estación, y la marcada presencia policial, lo que hizo que la columna demorara su partida, y lo hiciera dando un rodeo para evitar confrontaciones.

Como todos los compañeros que ya declararon, describió la caminata, al son del bombo y las consignas, flanqueados por la policía y hostigados, desde arriba de las vías, por el grupo de la Unión Ferroviaria, que los insultaba. Ella llevaba un banderín del Polo Obrero con otro compañero, como se la ve en varias fotos de la jornada. Después de cruzar el puente Bosch, ya en la ciudad de Buenos Aires, y cerca del mediodía, vio que había un lugar por donde se podía acceder al terraplén. Como varios de sus compañeros, intentó subir, porque en ese momento no se veía a la patota. "Empecé a subir para poner la bandera en las vías, pero de pronto sentí como una jauría de perros que venía a los gritos por la vía y tirando piedras, así que retrocedí y me traté de cubrir, era una lluvia de piedras. Adelante venía uno delgadito que no estaba de ferroviario, otros tres y un policía federal, tenía una chaqueta que decía PFA", contó. Se trató se esconder entre un árbol y una chapa, pero no pudo esquivar varias pedradas, una bien fuerte en la panza. Como pudo, bajó lo poco que había subido, sólo para encontrarse de frente con dos policías bonaerenses que venían disparando balas de goma. Alcanzó a ver a su compañero Chiquito (Eduardo Belliboni), le gritó, y vio como él increpaba a los policías, tal como lo escuchamos de su boca en la segunda jornada de testimonios.

Luego, relató cómo se alejaron un par de cuadras, hasta la parrilla en Luján y Santa Elena, donde usó sus conocimientos básicos de primeros auxilios para atender a Elsa Rodríguez, que tenía un fuerte golpe en una muñeca, y a otra compañera, con un corte en la cabeza. Después de armar un cabestrillo con un buzo para que Elsa colgara su brazo, cuando terminó la asamblea, María comenzó a caminar hacia Vélez Sarsfield, charlando con su compañera. Atrás se sentía ruido, pero no se detuvo a mirar. Sabía que, detrás de los patrulleros apostados al pie de las vías, seguían estando, amenazantes, los mismos que la apedrearon. Había escuchado ya los gritos de aviso de las organizaciones que estaban más atrás, como el MTR, y había visto algunos de sus compañeros que se apresuraban hacia la retaguardia de la columna para formar un cordón y proteger a los que, como ella y como Elsa, no podían defenderse.

Unos cien metros más adelante, cuando se adelantó a cruzar la calle, un compañero le dijo "Elsa se resbaló". "Me di vuelta, pensé que no era nada, le di la mano y no respondía... tenía los ojos cerrados... pensé que se había desmayado, le agarré la pera como para darle una cachetada, y ahí le vi el pedazo de carne que le colgaba del costado, y ví un agujero hondo, era una bala de verdad, no una de goma", contó reviviendo la angustia de ese día. "La dejé despacito y me puse a gritar a los compañeros que se escondieran, que nos querían matar, y me fui a buscar ayuda como loca, no tenía celular. Corrí por el medio de la calle, lo vi a Chiquito que me decía andate, andate, y no me podía escuchar de lejos que yo gritaba la mataron a Elsa... vi un compañero con sangre en el pantalón, otro cojeando... y de pronto vi a Mariano tirado contra la pared en la otra esquina... ya no entendía nada, traté con otro compañero de ayudarlo, pero no reaccionaba... le saqué la mochila para acostarlo, le decía quedate tranquilo, ya viene la ambulancia... era mentira, le mentí para ayudarlo...".

A esta altura del relato, el presidente del tribunal pidió hacer un breve receso, para que María se calmara. "Yo quiero declarar" dijo con firmeza la compañera, pero el tribunal se tomó unos minutos para recobrar el aire. De regreso a la sala, María retomó la palabra. "Llegó una ambulancia con un hombre de ambo verde, dijo que la ambulancia estaba llena, vi adentro a Elsa y a Nelson al costado. Nelson se corrió y los compañeros lo subieron a Mariano y se fueron. Yo sentía como que era un sueño, que no estaba pasando. Caminé hacia una avenida, salió de un garage un hombre camisa celeste y corbata y me dijo que él había llamado una ambulancia, era chofer de Chevallier. Me senté sobre la avenida en el descanso de una vidriera y recién ahí llegó al ambulancia. 'Andate, ya no te necesitamos' le dije. Y nos tomamos un colectivo, en el viaje alguien llamó del hospital, dijo que Elsa estaba viva y la iban a operar y que Mariano había muerto".

Luego fue el turno de los policías bonaerenses de la DDI de Lomas de Zamora que tuvieron a su cargo identificar el domicilio y la persona de Cristian Daniel Favale a partir del llamado anónimo, desde un locutorio, al 911, que lo sindicó como uno de los tiradores. La habitual "desprolijidad policial" y la no menos frecuente pérdida de memoria selectiva del sargento Julio César Benítez, la comisario Mónica Dávalos, el oficial principal Eber Bobadilla y el inspector Bruno Soria, generaron ásperos cruces entre la fiscal María Luz Jalbert y la defensora oficial de Favale, Dra. Hegglin. Los titubeos policiales a la hora de explicar lo que llaman "tareas investigativas", que consistieron, por ejemplo, en buscar los nombres de los habitantes del domicilio denunciado en el sitio de Internet Telexplorer.com, no pudieron opacar el más vívido relato del 20 de octubre de 2010 que escuchamos desde que comenzó el debate.

viernes, 24 de agosto de 2012

Día 7: ¡No diga PATOTA! (23/8)

La audiencia comenzó con un nuevo intento de los defensores de Pedraza y su patota de suspender el debate. Como ya había ocurrido en las primeras jornadas, hicieron una larga serie de planteos nulificantes que tienen por único fundamento que los acusados están, precisamente, acusados por el crimen de Barracas. El tribunal difirió su tratamiento para el momento de los alegatos y sentencia, y se tomó 24 horas para resolver sobre los nuevos pedidos de excarcelación, que ya fueron rechazados. Los Dres. Froment, Igounet y Freeland encabezaron la ronda de chicanas, y fueron rápidamente seguidos por los demás defensores, incluso por los que asisten a los policías, en una clara muestra de que no sólo fueron socios para planificar, ejecutar y dar impunidad al ataque. También ahora, en el juicio, se advierten los intereses comunes de la burocracia sindical y el aparato estatal.

A continuación, comenzaron las declaraciones testimoniales de Federico Lugo, Emiliano Bonfiglio, Hugo Espeche y y Arnaldo Duré Duarte, todos ellos militantes del PO sobrevivientes del ataque, y querellantes con el patrocinio de CORREPI y APEL. Federico, Emiliano y Arnaldo eran compañeros de Mariano en la UJS de Avellaneda, por lo que sus relatos estuvieron teñidos por la emoción, especialmente en el último tramo, cuando, cuando ya se retiraban juntos de Barracas, se enteraron que uno de los heridos graves era su amigo. Por eso bajaron del colectivo 37 en el que iban hacia Callao y Corrientes, y se tomaron un taxi al Hospital Argerich, donde los esperaba la noticia de la muerte de Mariano.

Los cuatro compañeros fueron muy claros en su reconstrucción de los hechos. Contaron que notaron, desde su arribo al local de Avellaneda donde concentraron las organizaciones y los tercerizados, la presencia hostil, en la estación, de la policía y del grupo de choque de la Unión Ferroviaria, por lo que la columna dio un rodeo de dos o tres cuadras para evitarlos, antes de encaminarse por la calle Bosch, paralela a las vías, hacia Barracas. Coincidieron en la descripción del conjunto de unos 80 a 120 individuos desaforados que los alcanzaron por arriba del terraplén, insultándolos, mientras la columna de tercerizados y organizaciones entonaba consignas por el pase a planta permanente y la reincorporación de los despedidos, y cómo respondieron con el grito de "Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta..." la constante provocación de la patota. Federico vio con claridad, ya en el momento del ataque final, cuando integraba el cordón de seguridad, a uno de los tiradores, cuya descripción coincidió tan rotundamente con Favale que el barra brava desvió los ojos del estrado al escucharlo. Emiliano, el joven que se advierte en las fotos de la movilización encabezando la marcha con el bombo que daba compás a las consignas, relató con mucho detalle el momento en que, ya llegando a Vélez Sarsfield, escuchó los gritos de los compañeros en la cola de la manifestación advirtiendo que se venía la patota, y cómo, después de darle el bombo a una compañera, se sumó al cordón que rápidamente formaron los más jóvenes para proteger al resto.

Luego fue el turno de Hugo, militante de la zona sur, que se detuvo en el primer ataque, cuando una lluvia de piedras se descargaron sobre los pocos manifestantes que intentaron subir al terraplén en un lugar donde el alambrado estaba abierto. Fue después de ese intento desistido que la columna se alejó unos 300 metros de las vías, para hacer una asamblea de balance de la actividad y resolver retirarse del lugar.

Justo antes del testimonio de Hugo, el abogado Freeland, defensor del "Gallego" Fernández, había pedido al tribunal que no se permitiera a los testigos usar el término "patota" para referirse al grupo de acusados integrantes del grupo de choque de la Unión Ferroviaria. Cuando Espeche, naturalmente, dijo "se vino la patota", el presidente del tribunal, contemporizador, le preguntó si no podía usar otro término, como "los ferroviarios" para referirse a los atacantes. "¿Ferroviarios? ¿y los ferroviarios que estaban con nosotros?" se extrañó el testigo.

Cerró la jornada Arnaldo, que no pudo reprimir las lágrimas al rememorar "ese día que me cambió la vida", con la muerte de su amigo, con el que compartía la militancia, la música, el cine. De nuevo, el Dr. Freeland asumió la ofensiva común de la defensa, preguntándole al conmocionado testigo por qué, si desde el principio de la jornada habían notado la hostilidad de la policía y los hombres de la UF, igual habían realizado la actividad. Arnaldo lo miró sorprendido, y tuvimos que intervenir para explicar al tribunal que es obvio que la decisión de seguir adelante con la movilización extrañe a alguien como el defensor de Fernández, porque remite a algo que le es totalmente desconocido por su condición de clase: la defensa incondicional de los trabajadores, a partir del compromiso de vida que se asume con la militancia. Aunque también el presidente del tribunal puso cara de algo extrañado, eximió a Arnaldo de contestar la impertinente pregunta.

Sólo resta, el próximo lunes, que declare María Wenceslada Villalba, para concluir esta primera etapa, iniciada con Nelson Aguirre, de los testimonios de quienes asumieron, junto a CORREPI y APEL, el rol de querellantes contra los asesinos de la patota y la policía. Luego, seguirá la lista con los policías que tuvieron intervención en uno u otro momento de los hechos o después de ellos.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Día 6 - "Tiraron a matar porque defendían un negocio enorme"



En la sexta audiencia del juicio contra la patota de la UF y la policía federal, los testimonios de Eduardo "Chiquito" Belliboni y Lisandro Martínez, ambos dirigentes del PO, aportaron una vívida reconstrucción de lo que sucedió en Barracas el 20 de octubre de 2010.

Ambos, igual que el tercer testigo, el abogado laboralista Gustavo Mendieta, relataron cómo, después de un largo e infructuoso proceso de reclamos, negociaciones y acuerdos incumplidos con UGOFE, las empresas tercerizadoras y funcionarios del ministerio de Trabajo y de la secretaría de Transporte Ferroviario del ministerio de Planificación, una asamblea de los trabajadores tercerizados resolvió convocar una medida de lucha para el 20 de octubre. Así, los trabajadores y las organizaciones que los apoyaban, se reunieron a partir de las 9 de la mañana a pocas cuadras de la estación Avellaneda.

"Al llegar ya vimos un despliegue policial importante, y a la patota de la UF, que, desde los andenes de la estación, nos hostigaban y amenazaban", contó Lisandro Martínez, que explicó, igual que Belliboni, que para evitar todo tipo de roce con el agresivo grupo, decidieron modificar la acción, y marchar en forma paralela a las vías por la calle Bosch, en dirección a la ciudad de Buenos Aires, con la idea de hacer visible su reclamo en Constitución u otro lugar adecuado. Destacaron que, en todo momento, los manifestantes fueron seguidos por policías bonaerenses, incluido un grupo de infantería con armas largas, mientras que el grupo de choque que los hostigaba desde lo alto del terraplén era acompañado por policías federales de civil y otros uniformados. Entre los de civil, Eduardo Belliboni identificó a los comisarios Mansilla y Ferreyra, de la División Roca, los mismos que lo señalaron a él y a los ferroviarios Hospital, Merino y Morales ante el juez federal de Quilmes, Armella, que los procesó por la movilización del 23 de diciembre de ese año, causa que fue sobreseida recientemente por la Cámara Federal de La Plata por inexistencia de delito.

Tras relatar el recorrido de la movilización, con un primer ataque a pedradas de la patota apenas cruzaron el Riachuelo, momento en que también la bonaerense disparó balas de goma contra ellos, los dos compañeros ingresaron al momento crucial de los hechos.

"Decidimos dar por terminada la jornada, estábamos a 300 metros del terraplén, empezamos a desconcentrar hacia Vélez Sarsfield, levantamos la bandera de los tercerizados para que los compañeros vieran que nos íbamos", contó Chiquito. Entonces, se oyeron gritos desde la parte posterior del grupo, todavía a la altura de Luján y Perdriel, a la par de la parrilla al paso donde habían hecho la asamblea: "Se vienen, se vienen".

Los patrulleros de la federal habían desaparecido, y un grupo de 80 a 100 individuos, descargando piedras, palos y botellas, atacaba la cola de la columna. "Armamos un cordón para dar tiempo a los compañeros sin posibilidad de defenderse, las mujeres, los chicos, los de más edad, a retirarse", contó Belliboni, que confirmó que él, Nelson Aguirre y Mariano Ferreyra estuvieron entre el pequeño grupo de unos 20 compañeros que se dieron vuelta y se plantaron frente a los atacantes. Pero nunca llegaron a chocar, ya que a unos veinte metros comenzaron los disparos. Tanto Lisandro como Eduardo oyeron unos diez disparos, algunos superpuestos y de distinta intensidad, señal de que había más de un tirador.

Por su ubicación, los dos vieron al mismo individuo disparando. Lo describieron como gordito, o morrudo, de pelo oscuro corto, con una chomba azul y vaqueros, "que disparaba semiagachado, flexionando las rodillas, y con las dos manos sobre lo que parecía un revólver", dijo Belliboni. Y agregó "días después, cuando ví las fotos de Favale en los diarios y la tele, se me representó la cara de ese individuo".

Mientras Lisandro relató cómo, después que cesaron los disparos, corrió con un grupo chico de compañeros para tratar de alcanzar a sus atacantes, pero los detuvo la policía federal, Eduardo conmovió con el recuerdo de su desesperación para ayudar a los heridos. En un video de la cámara de seguridad de Luján y Río Limay se vio claramente, hace unos días, la gesticulación desesperada del compañero rogando al chofer de la ambulancia que pasó por azar para que cargara a Elsa y Mariano.

"Tiraron a matar porque defendían un negocio enorme", sintetizó Martínez. 

La audiencia culminó con la declaración del abogado de los tercerizados Gustavo Mendieta, que fue hostilizado por las defensas debido a que había inconsistencias entre su declaración ante la fiscal, del 21 de octubre de 2010, y su relato en la sala. Sin perjuicio de que el tribunal evaluará el testimonio en su sentencia, Mendieta explicó los motivos por los que se retiró de la fiscalía sin haber revisado el acta de la larga audiencia, donde, por ejemplo, se consignaron como dichos propios detalles que le habían sido relatados por terceras personas.

El debate continuará el jueves 23 de agosto, con los testimonios de más manifestantes heridos.

viernes, 17 de agosto de 2012

Día 5: De la organización como delito y la policía al servicio de la burocracia

En la quinta audiencia del juicio, la mañana se la llevaron las formalidades sobre los policías que restaban ser indagados. Todos, como los anteriores, se negaron a declarar, por lo que se leyeron sus declaraciones ante la jueza de instrucción.
Ya con esas indagatorias no queda ninguna duda sobre su participación criminal en el ataque: estaban al servicio de los patoteros, los custodiaron, obviaron filmar lo que los comprometía al momento del ataque y los dejaron escapar. El comisario Ferreyra -que estaba sobre las vías con la patota- reconoció que su propia esposa lo llamó, preocupada porque en los medios se hablaba de muertos y heridos, pero él "la tranquilizó" y al rato bajó de las vìas y se fue para Constitución. Al subcomisario Garay, de la comisaría 30ª, le preguntaron por qué no intervinieron ni detuvieron a la patota, y contestó "es que no habían cometido ningún delito". Y hasta se oyó una modulación de la propia policía, que, simultáneamente al ataque mortal, transmitía la orden del comisario mayor Lompizano, jefe de la Dirección General de Operaciones: "Nos replegamos".

Reanudado el debate después del mediodía, llegó a la sala el compañero Nelson Aguirre, testigo y víctima del ataque de la patota, y uno de los querellantes que CORREPI y APEL patrocinamos. Con un relato preciso, completo, por momentos sumamente emotivo, pintó la escena y contó los hechos con claridad: "...en todo momento fuimos atacados, perseguidos, corridos y apuntados por la patota de la UF y hasta por la propia policía. La de la provincia que disparó con balas de goma minutos antes, la federal que despejó la zona para que ataquen los patoteros de la burocracia. En todo momento intentamos proteger a los compañeros más expuestos (mujeres, chicos y personas mayores) y fuimos sobrepasados por el ataque ya que apenas contábamos con unos palos para sostener el cordón de autodefensa. Tiraban a mansalva, direccionando hacia nuestros cuerpos, se escucharon varios disparos de diferentes veredas por las que venían los patoteros de la Unión Ferroviaria, me dieron dos tiros en las piernas... vi a Mariano agonizando y a Elsa sangrando en la cabeza..."

Las defensas intentaron desestabilizarlo, pero el compañero respondió cada vez con más precisiòn y seguridad. Pretendían que reconociera que se trató de un enfrentamiento provocado por su grupo, y no de una cacería. Su delito, según las defensas- fue haber "organizado la protesta social, y, con ella, intentar cortar las vías portando palos y gomeras", lo que, según su criterio, amerita los balazos criminales.
Pero el compañero se sostuvo con la firmeza de los que ni mienten ni tergiversan, con la firmeza de quienes tienen en el cuerpo dos tiros que pudieron matarlo. Clavó la mirada a sus verdugos y les dijo sin temor a equivocarse: "nos tiraron de todos lados, nos mataron, tan solo por haber ido a apoyar a los trabajadores tercerizados".

Fueron tres horas de duro interrogatorio, con pasajes absurdos protagonizados por defensas insólitas, como el caso del Dr. Igounet, defensor del imputado Uño, que además de deslizar una teoría inadmisible sobre la violencia de los que protestan, llegó a preguntar a Nelson qué llevaba ese día en la mochila. Alguien dijo: ¿Es un interrogatorio o una requisa?.La pregunta del defensor fue rechaza por impertinente.

lunes, 13 de agosto de 2012

Día 4 – “Lo que no hacen la policía y los jueces lo hacemos nosotros”

La frase, lisa y transparente definición del rol de las patotas, fue leída en la jornada del lunes 13 de agosto por el secretario del TOC nº 21. Es que, siguiendo la estrategia inaugurada el jueves anterior por su jefe, José Pedraza, todos los integrantes del grupo de choque de la Unión Ferroviaria se negaron a declarar, excepto para proporcionar sus datos personales. Por eso se leyeron, por secretaría, sus declaraciones en la instrucción.

El primero de la jornada fue Juan Carlos “El Gallego” Fernández, el lugarteniente de Pedraza, que, como su jefe, admitió un ingreso mensual de $25.000, y contó que es hijo de un policía federal. Lo siguió Pablo Díaz, que dirigió el ataque en el lugar, y estuvo en permanente contacto telefónico con sus jefes antes, durante y después de su ejecución. Ahora, desde el banquillo de los acusados, se negó a decir en voz alta el nombre de su mujer y su domicilio “por razones de seguridad”.

Cuando se leyó la tercera indagatoria, la de Jorge Daniel González, saltó la definición: “Lo que no hacen la policía y los jueces lo hacemos nosotros”, había dicho a fin de 2010 el hombre cuya imagen, arengando a la patota y corriendo con un cuello ortopédico, se convirtió en ícono del ataque.

Siguieron Claudio Gustavo Alcorcel, Francisco Salvador Pipitó, Gabriel Sánchez, Guillermo Armando Uño, Juan Carlos Pérez (también hijo de policía), y, finalmente, Cristian Daniel Favale.

Comenzó entonces el turno de los policías, que también fueron llamados por orden de jerarquía, y, como sus socios de la burocracia sindical, se negaron a declarar. Mientras se leían las indagatorias de la instrucción, iniciaron el desfile el comisario comisario inspector Luis Osvaldo Mansilla, de 59 años de edad y 37 en la PFA, y el comisario mayor Hugo Ernesto Lompizano, de 56, y 38 de servicio. Ambos fueron pasados a disponibilidad, debido a esta causa, en marzo de 2011, pero aun con el pertinente descuento, Mansilla denunció que está cobrando $16.000 al mes, y Lompizano $18.000…

En el caso de Mansilla, completa su ingreso gracias a su esposa, retirada de la policía federal, que cobra su haber de retiro completo. Y Lompizano completa unos $4.000 más como profesor titular de una materia deportiva en el ISEF nº 1 Dr. Enrique Romero Brest, instituto de formación docente dependiente del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Sabrán los aspirantes a profesor de educación física quién los está formando? ¿Sabrán los padres de los futuros alumnos de esos profesores bajo qué guía aprendieron a enseñar deportes?

Así terminó la jornada, que continúa el jueves a la mañana con el resto de las no indagatorias de los policías, y, por la tarde, con la declaración de los primeros testigos, todos ellos militantes que acompañaban a los tercerizados en su reclamo.

viernes, 10 de agosto de 2012

Día 3: Las salidas culturales de la patota, las chicanas de la defensa y el 'empleado' Pedraza

La tercera jornada de juicio comenzó con las explicaciones del tribunal sobre las "salidas culturales" de Favale. El presidente explicó que, en dos oportunidades, el barra brava reclutado para integrar el grupo de choque de la Unión Ferroviaria pidió permiso para visitar a su madre, internada en un hospital, y por razones de seguridad se le denegó el pedido. También dijo que, en mayo de este año, el Servicio Penitenciario Federal mandó una nota informando que se había autorizado a Favale a concurrir a una "feria cultural" en San Telmo, pero, curiosamente, se equivocaron de juzgado, y el escrito llegó al TOC 21 pasada la fecha de la actividad, por lo que, preguntado ahora el SPF a raíz de la denuncia pública de
estas "veladas culturales", respondieron que ante la falta de autorización judicial no se concretó. nada se informó sobre González y Alcorcel.
Más allá de las explicaciones de unos y otros, y de lo que digan los registros penitenciarios, hay una realidad: si el servicio penitenciario saca a presos de las cárceles para obligarlos a robar o a trabajar en cocinas de drogas para ellos, ¿por qué no habrían de hacerlo para fines proselitistas del gobierno?.
Luego, y aunque en la audiencia anterior ya se habían exhibido los principales videos del día del ataque (ver Día 2), la mayoría de las defensas insistieron en seguir mostrando el resto del material, que consistía en noticieros posteriores al asesinato, fotos obtenidas durante la realización de rastrillajes en el lugar, cámaras de seguridad y videos de celulares. Nuevamente, la maniobra para que pasara el tiempo y no se pudiera comenzar con las indagatorias de los imputados, mientras se repetían las imágenes de la patota bajando del terraplén, y algunas tomas de cámaras de seguridad de la esquina de Luján y Río Limay mostraban el momento en que Elsa Rodríguez cayó herida en la cabeza.
También se escuchó el audio de las modulaciones policiales, con algunas claves importantes que muestran con claridad la intervención policial en el armado y ejecución del plan criminal. "Todo
tranquilo", informaba un policía al comando cuando Mariano, Elsa y Nelson ya habían sido heridos, por ejemplo. "Los muchachos ya se fueron", dice otro, en referencia a la patota.
Finalmente, ya pasadas las 17:00, el presidente del tribunal dio por terminada la exhibición de fotos, videos y audios, e invitó a José Pedraza, el primero en la lista de imputados, si iba a prestar declaración. "Lo haré más adelante", dijo el jefe de la UF, que se limitó a dar sus datos personales, como su domicilio en un piso 18 de Puerto Madero y su condición de "empleado" con un ingreso mensual
de $25.000...
Media hora después se pasó a un cuarto intermedio hasta las 10:00 del lunes próximo.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Día 2. Los vídeos del plan criminal.

La segunda jornada, se inició a las 10.35.
Previo a todo, nuestra querella (CORREPI-APEL) exigió al tribunal se informe sobre la probable salida de los imputados Favale y Gonzalez, a actividades organizadas por el kirchnerista Vatayón Militante. El Tribunal informó por Secretaría que no se había autorizado ninguna salida, y que de existir, es responsabilidad del Servicio Penitenciario Federal. Más allá de las declaraciones oportunistas de la presidente Fernandez de Kirchner, la Patota parece contar con el visto bueno del Poder Ejecutivo que es de quien depende ese Servicio Penitenciario.

En el contexto de chicanas judiciales y argucias de toda índole para retrasar el comienzo de las declaraciones testimoniales, esta sesión devino en una doble derrota para la Patota y sus guardianes.
En primer término, la estrategia planteada el día anterior por sus defensas (bombardear con nulidades) fue resuelta por el Tribunal difiriendo su tratamiento para el final del juicio. Resolución que inquietó a las defensas, ya que evidenciaba de inmediato la toma de declaraciones (indagatorias para sus defendidos y testimoniales en general).
Entonces, asomó el recurso defensista de exigir como condición para proseguir la audiencia, la vista de todas las imagenes de video y fotografías habidas en la causa.
Curioso pedido, toda vez que la totalidad de esas vistas, se hallan incorporadas en la causa desde mayo de 2011 y estuvieron a disposición de las partes desde entonces.
La fiscalía , se sumó a este pedido, pero haciendo hincapié en los crudos (videos sin editar) del canal C5N y de Asuntos Internos de Policía Federal. El Tribunal indicó que se exhibieran y ahí se coronó el nuevo fracaso de la burocracia sindical , su patota y sus guardianes.
Las imágenes de la emboscada asesina son categóricas. Todos los videos dan cuenta que la patota integrada por los imputados y bajo las órdenes de los jerarcas sindicales, provocó, hostigó, persiguió y agredió a los trabajadores tercerizados en protesta por sus reivindicaciones. Todos los videos muestran también, que la policía (varios sujetos de traje oscuro y handy en las manos acompañaban a los agresores en las vías y por lo menos tres patrulleros, ya en las calles de Barracas) no sólo no evitó el crimen pudiendo hacerlo, sino que además garantizó la corrida final de la patota para su agresión mortal. Las escenas y el audio de C5N son incontrastables, pero el video de la propia policía es más que sugestivo: filma todo el caminar amenzante de la patota por las vías pero justo cuando se inicia la persecución y los disparos que mataron a Mariano e hirieron a los demás compañeros, subrepticiamente se corta el video , que se retoma cuando la patota regresa de la cacería.
Estos videos muestran también la llegada de Favale y demás matones al grito de "¡Ferroviarios Carajo!", convalidada por la presencia del dirigente también preso, Díaz, responsable en el lugar de la movida y referencia para los asesinos materiales, dando cuenta a los organizadores, Pedraza y Fernandez, que esperaban novedades en el propio gremio ese mismo día, todos amparados por el representante del gobierno nacional Juan Pablo Schiavi (el mismo de la masacre de Once).
Díaz, en las propias vías rodeado de funcionarios policiales, pretende minimizar lo ocurrido. Pero las imágenes de la tarea aleccionadora que acababan de dar, son elocuentes: Favale y cia. llegan a las vías a las 13.24 , minutos después, casualmente cuando bajan a la calle, se produce el corte del video policial y en ese ínterin los disparos asesinos. 13.39 vuelven las imágenes con la patota regresando con dos patrulleros detrás.
En todo el transcurso de todos los videos quedó claro la manifestación pacífica de los tercerizados y en cambio, la condición agresora y provocadora de la patota que tendió la emboscada primero apedreando desde arriba, y luego, cuando tuvieron sus refuerzos, bajando para disparar sobre los compañeros indefensos.
Se terminaron las proyecciones a las 17.15hs. Se encendieron las luces, pero el sector de la patota y sus defensas seguía a oscuras. Esta vez el tiro les salió por la culata.
Algo más que un detalle: A la cínica actitud de los patoteros en la audiencia, a veces sonriendo, otras, simulando dormirse, se opone la firme y consecuente actitud de los compañeros heridos (en especial la presencia de Elsa Rodriguez en la primera jornada) y de la madre de Mariano, que ante las imágenes de su hijo acribillado, sostuvo la mirada sobre quienes llevarán a perpetuidad, la condena de ser verdugos del Pueblo.
Este juicio continuará el Jueves 9 de Agosto a las 10.00 hs. Tampoco se detiene la movilización popular, contra el intento del gobierno de cooptar el triunfo que significa este juicio, que sabemos bien, es la única capaz de conseguir el castigo para los culpables del asesinato de Mariano Ferreyra y de las heridas de Nelson Aguirre, Elsa Rodriguez, Arnaldo Esteban Duré Duarte, Miguel Hugo Espeche, Emiliano Francisco Bonfliglio, Federico Manuel Lugo y María Wenceslada Villalba.



martes, 7 de agosto de 2012

Juicio: Día 1

La primera jornada del juicio comenzó muy temprano con la convocatoria en la Torre de los Ingleses. Allí, a pesar del frió y de las complicaciones que había para llegar a Retiro, se concentraron cientos de compañeros y organizaciones con el objetivo de seguir luchando por el castigo a los culpables del asesinato de Mariano Ferreyra. La movilización popular no podía faltar, desde octubre de 2010 hasta la actualidad fue la que hizo posible que los culpables del hecho fueran hoy a juicio.

El comienzo de la audiencia estaba previsto para las 10:00, pero recién comenzó pasadas las 11:00 porque el servicio penitenciario demoró el arribo de los imputados que se encuentran detenidos. Ya que estaban, usaron como excusa el “caos de tránsito” ocasionado por las medidas de fuerza de los trabajadores del subterráneo...

Con todos los protagonistas en la sala, el presidente del tribunal oral nº 21, Dr. Horacio Días, declaró abierto el debate, y por secretaría se leyeron los seis requerimientos de elevación a juicio, dos por cada parte acusadora (fiscalía, querella de la familia de Mariano Ferreyra y querella de Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y los demás heridos) respecto de cada grupo de acusados (Pedraza, Fernández y su patota, y los policías).

Los requerimientos de elevación a juicio de las partes y los autos de elevación de la jueza de instrucción establecen el marco de los hechos y el derecho que se va a discutir en el juicio. La diferencia más marcada entre los acusadores se centra en el rol de la policía, pues la fiscal María Luz Jalbert, igual que su colega de instrucción, Fernando Pfizer, imputan a los tres comisarios, el subcomisario y los oficiales un abandono de persona calificado por el resultado muerte, es decir, un delito cometido después del ataque al no haber socorrido a las víctimas, mientras que ambas querellas los acusan de haber formado parte del plan criminal que tuvo por objeto aleccionar a los tercerizados y las organizaciones que los acompañaban, y, por lo tanto, les imputan el homicidio calificado y los homicidios en grado de tentativa como partícipes necesarios, lo que resulta en la misma pena que a los autores e instigadores.

Apenas concluida la larga lectura de los requerimientos, comenzó la discusión de las “cuestiones preliminares”, con más de una veintena de planteos de nulidad y otras incidencias por parte de las defensas.

Tanto los defensores oficiales que representan a varios de los policías desde el apartamiento forzado, tras la denuncia de CORREPI, de los abogados de planta del Ministerio de Seguridad, como los conocidos defensores particulares de los integrantes de la Unión Ferroviaria y de los restantes policías, se centraron en dos puntos: Primero, en intentar que se suspendiera el debate, lo que fue rechazado por el tribunal después que las partes acusadoras rebatieron los argumentos de las defensas. Luego, los defensores unieron sus fuerzas para tratar de apartar del trámite a la querella de los heridos sobrevivientes, representados por los compañeros de APEL (Asociación de Profesionales en Lucha) y CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional).

Las compañeras Claudia Ferrero (APEL) y María del Carmen Verdú (CORREPI) debieron responder varios planteos de nulidad de su requerimiento de elevación a juicio y defender el derecho de Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre, Arnaldo Esteban Duré Duarte, Miguel Hugo Espeche, Emiliano Francisco Bonfliglio, Federico Manuel Lugo y María Wenceslada Villalba, todos heridos el 20 de octubre de 2010, de ser querellantes en la causa.

En la exposición de argumentos de las defensas se entremezclaron expresiones como “horda de encapuchados armados con palos y piedras”, como dijo el Dr. Freeland, defensor de Juan Carlos “Gallego” Fernández, lo que obligó a la compañera Verdú a interrumpirlo y preguntar la tribunal si se había perdido de algo, y las partes ya estaban alegando. El mismo defensor insistió, para fundar su nulidad, en que no se había investigado la comisión de delitos por parte de los manifestantes, lo que también fue respondido por nuestros compañeros, que recordaron que quienes habitualmente encabezaban las denuncias penales contra los trabajadores ferroviarios organizados por fuera de la burocracia sindical están hoy procesados en esta causa, como los comisarios Ferreyra y Mansilla, lo que prueba que, el 20 de octubre, la triple alianza antiobrera compuesta por el aparato estatal, la patronal de UGOFE y la burocracia sindical de la UF eligieron otro método para disciplinar a los obreros: en lugar de denunciarlos por extorsión, interrupción del servicio ferroviario u otros delitos típicos de la criminalización de la protesta, optaron por la represión directa, con el mecanismo de la tercerización en la patota.

Mientras tanto, en las calles, la movilización popular no cesó, con pedidos de justicia y denuncias constantes desde el escenario, fuimos capaces de llenar las calles cercanas a Comodoro Py para exigir que el juicio comenzara y siguiera, a pesar de los pedidos de la defensa.
CORREPI estuvo presente, tanto dentro de la sala como en las calles, luchando para que las chicanas judiciales de los defensores, que puso el Estado a los policías y a la burocracia, no pudieran contra la lucha. Y así fue.

La jornada culminó cerca de las 19:00, quedando pendiente de resolución por el tribunal una parte de los planteos de las defensas.


viernes, 3 de agosto de 2012

"Cayó defendiendo los derechos de los trabajadores y enfrentando a la Triple Alianza Antiobrera"

En el marco de la lucha de los trabajadores del ferrocarril Roca por el pase a planta permanente de los tercerizados, el 20 de octubre de 2010, se puso en marcha un operativo represivo que dejó como saldo varios compañeros heridos y se cobró la vida de Mariano Ferreyra. 
Esa lucha, que surgió de las bases, buscaba denunciar el sistema de contratos basura por medio del cual los trabajadores reciben sueldos inferiores a los ya mezquinos salarios que pacta la burocracia sindical. 

Diferentes organizaciones apoyaban la medida de fuerza impulsada por los ferroviarios, cuando la patota reclutada por la UGOFE y la Unión Ferroviaria se hizo presente para poner freno a la justa lucha que ponía en peligro sus intereses. 
En vez de defender los derechos de los trabajadores, los dirigentes de la UF lucran con el trabajo ajeno. Son dueños de varias de las tercerizadoras que prestan personal en el Roca y empresarios ellos mismos. La organización independiente de los trabajadores afecta sus intereses comunes con la patronal y el gobierno. 
Las direcciones burocráticas de los gremios son un freno para la movilización de las bases. Cuando, naturalmente, en una Argentina en donde el sueldo de un laburante no alcanza a cubrir los gastos básicos para subsistir, surgen las luchas en forma independiente del gobierno, la patronal y la burocracia, esta última toma el rol de castigador y disciplinador. 

El gobierno kirchnerista, protector de los intereses de los poderosos, también jugó un rol clave. Primero poniendo a la policía al servicio de la patota, abriéndoles paso e impidiendo el repliegue de los manifestantes. En segundo lugar, caracterizando el ataque como un enfrentamiento entre dos bandos, y, más tarde, defendiendo en la causa, desde el ministerio de Garré, a los policías involucrados en el operativo criminal. 

Esto no puede sorprender, dado que el kirchnerismo, autoproclamado como “el gobierno de los DDHH”, es dueño de un interminable prontuario en materia represiva. 

Parte de ese haber es la larga lista de procesados por luchar, que pisa los 6.000 compañeros; el asesinato en movilizaciones populares de 17 de los 66 compañeros caídos desde 1995; el récord desde 1983 en cantidad total de presos políticos y más de 1.900 asesinados por el gatillo fácil y la tortura, en comisarías y cárceles, sobre un total de 3.500 desde 1983. También es el gobierno que militariza pueblos y barrios, e impulsó ocho leyes antiterroristas, demandadas por el imperialismo, además del responsable del habitual trabajo de infiltración e inteligencia que de antaño conocíamos y quedó al descubierto con el “Proyecto X”. 
Mariano Ferreyra, que no era tercerizado ni ferroviario, hizo carne la unión obrero-estudiantil, indispensable en la profundización de la lucha de nuestro pueblo. Cayó defendiendo los derechos de los trabajadores y enfrentando a la triple alianza antiobrera. 

Desde su asesinato, diversos episodios demostraron que están dispuestos a cualquier cosa para garantizar la impunidad de los responsables. Coimas a los miembros de la Cámara de Casación; un perito de parte que agarró a golpes la bala extraída del cuerpo de Mariano para alterar la prueba; hubo infinidad de "chicanas" para dilatar el inicio del juicio. 
Pero también la movilización popular ha hecho lo suyo. La presión ejercida por los sectores populares, desde el mismo día del crimen hasta la fecha, logró que los dos principales líderes de la UF, José Pedraza y el "Gallego" Fernández, esperen el juicio en prisión. Se logró que los policías sean juzgados en la misma causa que los burócratas, como partícipes del plan criminal, y no en una causa separada, como pretendía la justicia en un principio; y que no sean defendidos por abogados del Estado, como naturalmente dispuso el gobierno. 

Llegamos al juicio con el orgullo de saber que no hemos dejado de luchar. 
Desde CORREPI no confiamos en el Poder Judicial, creemos que sólo va a haber justicia si hay lucha. Es por eso que convocamos a apoyar el juicio con la movilización popular en la puerta de Comodoro Py. 



¡Basta de represión a los que luchan!
¡Cárcel a los culpables del asesinato de Mariano Ferreyra y del ataque a sus compañeros!
Contra la represión ¡ORGANIZACIÓN Y LUCHA!

CORREPI
Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional